2.5. EJES ORGANIZATIVOS

La educación de adultos, incardinada en el marco de la Educación Permanente ha de concebirse como una acción global e inacabada que abarca lo formal, lo no formal y lo informal. Adalberto Ferrández (1997:10) al reflexionar sobre este perfeccionamiento permanente expresa que "designa un proyecto global, encaminado tanto a reestructurar el sistema educativo, como a desarrollar todas las posibilidades de formación fuera del mismo. Es un proyecto en el que el hombre es el sujeto de su propia educación, por medio de la interacción permanente de sus acciones y su reflexión y no se limita al periodo de escolaridad. Es participativo, descentralizado, incardinado en las demandas sociales reales, trasescolar e integral. Debe atacar todas las dimensiones de la vida, todas las ramas del saber y todos los conocimientos y prácticas que pueden adquirirse por cualquier medio siempre que contribuyan al desarrollo de la personalidad. Es responsabilidad de todas las instituciones implicadas y de los grupos sociales y vincula los proyectos de formación con los proyectos de desarrollo".

Consiguientemente la educación permanente no debe concebirse como un sistema cerrado, ni como proyectos sectorizados aislados, ni como competencia única de la administración educativa siendo su naturaleza netamente interdisciplinar, interadministrativa, descentralizada, colaborativa y proyectada y participada por el conjunto del tejido social.

Estos axiomas se concretan en los siguientes ejes pedagógico-organizativos informadores y orientadores de los planes y programas de Educación de Adultos:

  • Integración de los modelos de aprendizaje formal, informal y no formal en la planificación de acciones formativas en los ámbitos de la familia, la escuela, los medios de comunicación, las asociaciones ciudadanas, etc.
  • Cooperación transversal en los ámbitos geográfico-económico-culturales (familia, barrio, localidad, comarca, comunidad autónoma, nación y comunidad internacional).
  • Diálogo curricular colaborativo entre las áreas de conocimiento científico-académicas, aquellas otras directamente relacionadas con la calidad de vida (trabajo interdisciplinar combinado entre los conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes, valores y normas) y los ámbitos del desarrollo humano (psicológico, ético, sociológico y físico).
  • Sistematización y estructuración progresiva: a) De los niveles educativos formales (conducentes a la obtención de titulaciones); b) de los desarrollos curriculares de cada nivel (para garantizar la progresión, coherencia y cohesión epistemológica), y c) de los propósitos formativos tecnológico-laborales.
  • Participación colaborativa y democrática en los procesos de diseño, gestión y evaluación de los procesos educativos (garantizándose la no injerencia en aspectos técnicos sobre los que no se posee la suficiente competencia).
  • Diversificación de las estrategias de aprendizaje y maduración dando cabida al fomento tanto del autoaprendizaje cómo del interaprendizaje, en las diversas comunidades formativas (familia, comunidad y escuela).
  • Flexibilización y diversificación de los programas, de sus objetivos, contenidos y desarrollos organizativos, sin que ello suponga pérdidas sustanciales en el rigor y calidad de las actuaciones formativas.
  • Inclusión del conocimiento teórico y práctico de las tecnologías de la producción y la comunicación en los diseños y desarrollos educativos, para evitar, en lo posible, la obsolescencia formativa, y desarrollar al máximo la capacidad de comunicación.
  • Fomento de la investigación y la innovación tecnológico-educativa como fórmula de mejora y optimización de los procesos formativos.
  • Formación y especialización de líderes, facilitadores, educadores, coordinadores, directores y evaluadores.
  • Entrenamiento para la asunción de cambios de roles y empleos a lo largo de la vida y para el compromiso social solidario.

Este marco organizativo es aplicable a la multiplicidad de planes y programas que realizan las diversas agencias responsables de la Educación de Adultos que tomando como referente las propuestas de Alonso Hinojal, (1995: 229), clasificamos en cuatro grupos:

a) Agencias gubernamentales que dependen ideológica, orgánica y funcionalmente de las diversas administraciones públicas (educación, salud, agricultura, medio ambiente, trabajo, turismo, cultura, deporte, etc.)

b) Agencias cuasigubernamentales que mantienen conexiones y relaciones con las administraciones públicas (partidos políticos, sindicatos, empresas públicas y semipúblicas, sociedades estatales, fundaciones públicas, etc.)

c) Agencias no gubernamentales y no lucrativas (iglesias, asociaciones culturales y recreativas, fundaciones privadas, clubes, etc.)

d) Agencias mercantiles o con ánimo de lucro (centros privados, academias, empresas de servicios educativos, turísticos, culturales, etc.)

e) Agencias transnacionales o superagencias tales como la UNESCO que, con participación multigubernamental, actúan a nivel internacional creando una doctrina pedagógica universalizadora y desarrollando programas de alfabetización, educación para el trabajo, posalfabetización, educación tecnológica, fomento cultural, investigación educativa y difusión de experiencias, en los países integrados en las mismas.

 
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