La cuarta actividad productiva del colectivo de inmigrantes es la agricultura y en opinión de Solé (1997:14 y 15) suelen llevar a cabo trabajos temporales como la recogida de frutas y vegetales (fresas en Huelva, aceituna en Jaén, fruta en general en Cataluña y Aragón…) con la excepción de los que se dedican a tareas que se llevan a cabo durante todo el año como es el caso de Almería. En la actualidad, ha cobrado especial relevancia el viaje organizado, con contrato de trabajo en origen y de ida y vuelta, de más de 20.000 agricultoras polacas para la campaña de la fresa en Huelva. Se prevé la adopción de esta fórmula en todas las circunstancias posibles ya que parece asegurar los derechos y beneficios para las partes implicadas, incluídas las Administraciones relacionadas con la inmigración.

Tal como ocurre con la mayoría de este colectivo las condiciones de trabajo suelen ser generalmente discriminatorias e ilegales. Como ejemplo de esta afirmación baste recordar las denuncias frecuentes de ciertas organizaciones sindicales (CCOO en 1994) sobre casos explotación de trabajadores extranjeros en este sector, que son utilizados como mano de obra barata aprovechándose el empresariado su de vulnerabilidad y situación ilegal (Solé, 1997 y Cachón, 1995).

Estos trabajadores agrícolas suelen llevar una vida itinerante, adaptándose a los periodos y ritmos de las colecciones de productos agrícolas de temporada. El tipo de relación que este colectivo mantiene con las poblaciones locales puede originar situaciones de conflicto social. No existen prácticamente mediaciones que regulen las formas de contratación laboral, ni de acceso a vivienda, ni a los espacios de ocio, lo que en muchos casos favorece un clima social adverso e intolerante por parte de la población autóctona que en algunos momentos desemboca en episodios violentos de los que son un ejemplo ilustrativo, los ocurridos hace sólo unos años en el poniente almeriense.

En otro estudio realizado por la organización sindical UGT-Andalucía, en comparación con los trabajadores nacionales, se subraya una discriminación apreciable en contra de los trabajadores inmigrantes extranjeros, ya que un 35% no tiene vacaciones frente al 25% de los nacionales, un 70% no tiene pagas extras frente a un 29%; y el 49% no cuenta con el finiquito al terminar la relación laboral frente al 29% de los nacionales (Hatchami 2002, año: 165).

 
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