2.2. La detección del biendotado mediante observación

2.2.1. Nota sobre los métodos de observación

Observar no es tan sencillo como parece, puesto que el observador debe estar perfectamente capacitado y contar con la suficiente experiencia para hacer las observaciones justas y correctas. Así mismo, la observación puede ser más o menos complicada, con diversos grados de control y precisión, desde el control escrito del comportamiento del niño, hasta el uso de un equipo complicado de grabación en donde los datos alimenten a una computadora que lleva a efecto su análisis y cualificación. El motivo de la observación puede variar desde el deseo de conocer el comportamiento, hasta un intento científico para probar una hipótesis determinada, basada en alguna teoría del comportamiento humano.

Aceptando la clasificación de Medinnus (1979) podemos dividir los métodos de observación en tres categorías fundamentales, cada una de las cuales abarca otros métodos específicos de observación: Las biografías de bebés y la ecología psicológica pertenecen al área de la "Observación naturalista". "Los aspectos controlados de la observación" incluyen cuatro técnicas: muestreo de tiempo, muestreo de resultados, escala de valores y las situaciones miniatura. La categoría "Métodos diversos para estudiar al niño" incluye técnicas tales como los cuestionarios e inventarios, las técnicas para evaluar la personalidad y las pruebas psicométricas de habilidad y las entrevistas.

A grandes rasgos, los métodos de observación abarcan desde aquellas en donde se ejerce muy poco control sobre el sujeto puesto en observación y en donde el registro que se lleva del comportamiento no está estructurado, hasta métodos que estructuran tanto al sujeto como al registro de comportamiento previamente seleccionados. (Ver Wright, cf. F. "Observational child Study". En P. Mussen Mandbook of research methods in child developmente. New York, Wiley, 1960).

2.2.2. La observación aplicada a la detección de biendotados

En vista de la amplitud que el concepto superioridad ha adquirido, como ya hemos señalado, es evidente, que el niño bien dotado no puede ser identificado únicamente por su elevada inteligencia. La madurez social y emocional, la salud física y la capacidad intelectual se hallan involucradas en el logro del desarrollo óptimo de cada niño. En el caso del niño biendotado, el desarrollo de estos factores combinados no es menos importante.

Es necesario, pues, estudiar al niño en su totalidad y utilizar numerosos recursos si el programa de identificación queremos que sea lo bastante sólido. El personal y los medios a utilizarse en un análisis comprensivo variarán por supuesto, con los sistemas educativos en los que estemos inmersos.

Dejamos abierto el debate sobre la cuestión de si se debe administrar primero una batería de tests y complementar los resultados con otros datos, o si se debe evaluar primero las capacidades y realizaciones del niño y verificar las conclusiones mediante mediciones objetivas. La "información subjetiva" y la "objetiva" son ambas necesarias. En opinión de muchos son de igual importancia. Quizás puedan ser recogidas simultáneamente a medida que vaya progresando el programa de identificación.

En general, no se emplean tests antes del primer grado. (Test de madurez para el aprendizaje de la lectura o test de inteligencia). Puesto que la evaluación subjetiva suele preceder a la medición objetiva en la práctica concreta, y existen pocos instrumentos (ninguno en España) que tipifiquen de algún modo esta labor, la adaptación del cuestionario que nos ocupa cobra gran importancia.

 

 
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