Se
trata, por tanto, de propuestas abiertas con la finalidad de ayudar
al profesor a elegir, ya que simples "recetarios" serían baldíos
y conceptualmente erróneos.
La
selección de medios debe estar ceñida a la potencialidad de éstos
para lograr un objetivo concreto, ya que la función básica de los
medios es facilitar el aprendizaje (Zabalza, 1983). El problema
radica en conocer con precisión esas potencialidades de los medios,
teniendo en cuenta que la importancia de éstos hay que considerarla
en función del contexto donde actúan, de la intencionalidad de su
empleo y no en el medio aislado (Martínez, 1985).
Para
Ballesta (1999, 169), apoyándose a su vez en Brown, Lewis y Harcleroad
(1977), pueden emplearse como principios generales en la selección
los siguientes:
-
No hay un solo medio que sea óptimo para todos los fines.
-
El uso de los medios debe relacionarse con los objetivos.
-
Los usuarios deben familiarizarse con el contenido de los medios.
-
Los medios deben ser adecuados para el formato de enseñanza.
-
Los medios deben corresponder con las capacidades y los estilos
de aprendizaje.
-
Los medios no son buenos ni malos por el hecho de ser concretos
o abstractos.
-
Los medios deben elegirse con criterios objetivos, no sobre bases
de preferencias personales o predisposiciones.
-
Las condiciones físicas que rodean las aplicaciones de medios afectan
en grado significativo a los resultados.
Cabero
(1989, 1991 y 1992), por su parte, ha propuesto una serie de indicadores
para ayudar a la selección de los medios tanto al profesor como
al equipo docente:
-
El currículum es el espacio donde los medios adquieren sentido.
-
La selección de los medios debe realizarse teniendo en cuenta otros
elementos curriculares: contenidos, objetivos, métodos, estrategias
de aprendizaje... y los participantes en el acto instruccional.
-
Las predisposiciones y actitudes que alumnos y profesores tengan
hacia el medio pueden ser relevantes de cara a la interacción y
condicionar los resultados que se obtengan.
-
El contexto instruccional y físico es un elemento condicionador,
facilitando o dificultando la inserción del medio.
-
Las diferencias cognitivas entre los alumnos pueden condicionar
los resultados a alcanzar y las formas de utilización, por lo que
se ha de reflexionar sobre el acto didáctico en que se utilizan
y la metodología que se aplica.
-
Los medios deben propiciar la intervención sobre ellos por el profesor
y los alumnos. Por ello, en la medida de lo posible, deben seleccionarse
medios que permitan la intervención docente y discente en la construcción
y elaboración de sus mensajes.
-
Las características técnicas y sémicas del medio, su versatilidad
y facilidad influyen considerablemente. Antes de pensar en términos
de qué medios, debemos plantearnos para quién, cómo lo utilizaremos
y qué se pretende con ellos.
En
definitiva, podemos afirmar que las decisiones sobre los medios
tienen sentido si las contemplamos en estrecha relación con los
demás elementos curriculares y en sintonía con la teoría de la enseñanza
que construyamos. Seleccionar los más adecuados, para Gallego (1995,
229), implica decidir cuáles son los más coherentes con la teoría
curricular y de enseñanza, y con la metodología de trabajo a desarrollar,
en cuanto que conforman el espacio relacional en el que se desenvuelven
los procesos de enseñanza-aprendizaje porque, como afirma Cebrián
(1991), es desde el campo curricular y desde las distintas concepciones
curriculares desde donde mejor podemos comprender las diferentes
acepciones en la decisión sobre los recursos tecnológicos.
8.2.2.
Implicaciones organizativas de los medios y tecnologías aplicables
a la educación
Las
relaciones en un centro escolar resultan difícilmente asépticas
en opinión de Lorenzo Delgado (1996,11). Siempre responden a alguna
de estas tres finalidades del ecosistema:
-
La concurrencia de esfuerzos, ideas, ideales, intenciones, afectos.
-
La complementariedad en la que ya suele haber una parte que da y
pone más que otra, o
-
El antagonismo, cara inversa de las anteriores, y cuya expresión
más radical es la depredación, que en ocasiones también hace acto
de presencia, por lo menos "simbólica", en el escenario ecosistémico.
Tal
entramado relacional aumenta su complejidad cuando se aborda la
esencia curricular de transformar un conocimiento científico -caracterizado
por su riqueza y rápida evolución- en conocimientos, procedimientos
y actitudes accesibles a los educandos. En esta tarea curricular,
señala Lorenzo Delgado (1996, 12), se han ido generando una serie
de herramientas, de medios y recursos materiales, con sus correspondientes
procesos específicos que constituyen un elemento caracterizador
del ecosistema: la tecnología, en su doble dimensión:
*
Material: medios didácticos, recursos educativos en el sentido más
usual: MAV, ordenadores, textos...
*
Simbólica: instrumentos no físicos que vehiculan los procesos formativos:
el PEC, la Programación Final, la Memoria Anual, por ejemplo.
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