4.3. MODELO EDUCATIVO DE APRENDIZAJE PARA EL DESARROLLO DE LA COMPRENSIÓN FÍLMICA INFANTIL: ESTRATEGIAS PSICOPEDAGÓGICAS PARA PADRES Y EDUCADORES

Por todo lo que hemos venido refiriendo se hace necesario, en este momento, introducir a los niños en el aprendizaje de la comunicación audiovisual y adiestrarles en los procesos de interacción temprana con ella. Con esta finalidad, se hace necesario crear modelos educativos de aprendizaje para que puedan aprender a ver y a oír y comprender lo que perciben. Para establecer las bases psicopedagógicas para un modelo de aprendizaje audiovisual temprano hemos de preguntarnos, ¿qué significa aprender a ver y a oír?:

1. Aprender a identificar y diferenciar los elementos perceptivos y emocionales del campo audiovisual.

2. Desarrollar su capacidad psicológica de aprendizaje para incorporar datos del entorno. En nuestro caso, de naturaleza audiovisual.

3. Construir esquemas de conocimiento audiovisual. Los esquemas, o nuevas estructuras cognitivas, van a ser los instrumentos que van a servir para conocer la realidad.

El proceso psicológico de conocer vendría dado, en términos piagetianos, por la asimilación y la acomodación de lo que se va percibiendo y descubriendo a esos esquemas de conocimiento infantil. Para conseguir la activación de este proceso hay que diseñar las correspondientes estrategias de intervención temprana de carácter psicopedagógico que permitan que el niño se vaya haciendo, desde el punto de vista de la imagen audiovisual, más inteligente y capaz.

En este estadio infantil del desarrollo, se va a poner en práctica, de modo continuado, una nueva actividad que poco a poco comenzará a ser preponderante en la relación del niño con el ambiente: la actividad de ser consumidor de imágenes multimedia, que no va a darse aislada del resto, sino que, por el contrario, va a ser mutuamente dependiente y va a provocar un cambio importante, que puede darse en términos de enriquecimiento o que, por el contrario, podría llegar a perjudicar seriamente una evolución saludable. 

Se nos plantea, por tanto, como padres y educadores un reto y un esfuerzo. El reto de considerar seriamente, como proponía Wallon (1980), las condiciones materiales del desarrollo del niño, tanto orgánicas como sociales, que contribuyen a la construcción de un nuevo plano de la realidad en el psiquismo infantil. La psicogénesis infantil se va a configurar sobre la base de los cambios en las formas de relación del niño con el medio, particularmente, en el caso que nosotros estudiamos: el medio multimedia. Este reto hay que realizarlo en un momento en el que estamos asistiendo a un extraordinario fenómeno: en un principio, el cine trataba, con más ingenio que tecnología avanzada, de aproximarse al efecto de realidad y hoy los nuevos recursos multimedia son capaces de seducirnos representando una ficción virtual más real que el propio mundo vivido, incluso para los niños. La sensación de realidad más allá de la propia realidad conquista y hechiza la conciencia transmitiendo experiencias visuales que superan, con mucho, el nivel de desarrollo perceptivo, evolutivamente normal, de los espectadores infantiles.
           
Hoy sabemos, a la luz de las más actuales investigaciones sobre la construcción de la imagen visual en el córtex humano, que el cerebro no sólo analiza las imágenes sino que, como función psíquica superior y fundamental, se hace una determinada interpretación de ellas. El cerebro, en su proceso de maduración fisiológica, procede a construir y a inventar, sobre esa base de las percepciones, un nuevo mundo visual. Nuevas percepciones multimedia contribuirán a la aparición de un nuevo cerebro (Restak, 2005).

Es más que plausible la hipótesis de que, en la especialización de la corteza visual, la estructura de la imagen determinada por el color y el movimiento se procese en distintas áreas específicas y de un modo separado. Parece que es de esta manera, y a partir de la integración en la conciencia de la información procedente de áreas cerebrales diversas, como los estímulos visuales, procedentes de la información fílmica o audiovisual, pueden llegar a ofrecernos una imagen unificada y creíble de las características de realidad que se pretenden transmitir. Y ese mundo no sólo se encuentra constituido por los datos perceptivos del mundo real, sino también por los que provienen de la fascinación continua del universo tecnológicamente avanzado de la actual industria audiovisual, incluyendo el de esa especial realidad virtual generada por los programas de tres dimensiones, que también forma parte destacada del ambiente social. Visión y comprensión son el resultado conjunto del trabajo material realizado por las diversas áreas corticales y subcorticales implicadas en el cerebro visual, las cuales analizan las diferentes características de forma, color y movimiento de los fenómenos percibidos. Como decía Wallon (1980): “Campos enteros de la corteza cerebral funcionan únicamente sobre objetos de origen social” (p.154) Y no hay mayor, ni más significativo objeto social, hoy, que el objeto multimedia.

El niño no va ser ya comprensible sin esa referencia al medio multimedia,  sin esas industrias que fabrican y producen para la infancia, que impulsan las modas, las apetencias, los hábitos y las costumbres infantiles. El lenguaje multimedia que va a recibir de la sociedad mediática y tecnológicamente avanzada, no tanto moralmente, comenzará a ser el molde de sus pensamientos y, lo que es más significativo, ofrecerá a sus razonamientos los esquemas, la estructura, la forma, la configuración de su mente que va a  comenzar a serle propia en su historia evolutiva.

Uno de los empeños educativos principales de la educación infantil ha de ser, en consecuencia, el de poner en práctica un adecuado programa psicopedagógico de intervención, dirigido a padres, agentes institucionales y sociales, especialistas en medios de comunicación, responsables de programación televisiva y educadores. Un programa específico que, a través de un modelo especial de aprendizaje,  enseñe a interactuar a estos niños con el medio audiovisual y les permita cierto nivel de comprensión e inteligencia fílmica. Sólo el cuidado de la orientación y de la intervención nos permitirá prevenir las posibles lesiones psicológicas del multimedia en niños indefensos e inmaduros por naturaleza.

El objetivo de este modelo sería el de enseñarles, desde el principio y como tarea evolutiva exigible por su propio proceso de maduración, a convivir con la imagen. Enseñarles a vivir junto a un medio que, dependiendo de su uso, puede ser un elemento estimulador del desarrollo y de la inteligencia o una trampa limitadora, e incluso paralizadora, de los diferentes parámetros evolutivos: físicos, psicomotores, cognitivos, afectivos o sociales. Se trata, por tanto, de crear un modelo de aprendizaje que ha de implicar tanto a la familia como al colegio infantil, de tal modo que desde ambas partes se ha de ejercer una acción conjunta y complementaria. Las estrategias que se apliquen no deben ser complejas ni pretender ir más allá de estimular una elemental capacidad de comprensión del medio audiovisual que permita, entre otras cosas, prevenir las influencias abusivas del medio sobre la conciencia infantil en su desarrollo temprano. Su puesta en práctica, siguiendo unas instrucciones elementales, puede suponer un gran avance sobre la situación general de excesiva dependencia y seducción.

Pero ante todo no podemos olvidar que los recursos multimedia sirven para la comunicación y desde un principio habrá que enseñar a entender este fenómeno como un proceso interactivo de participación, no lateralizado, entre emisor y receptor, y desde luego, no como un elemento poderoso de seducción que exija pasividad y conduzca  al control del sujeto y a su manipulación, que es, de hecho, lo que está sucediendo de manera peligrosa e incontrolada  a pesar de nuestros esfuerzos.

 

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