4.3.1. Modelo familiar de aprendizaje audiovisual infantil: estrategias para los padres y familiares
- Saber seleccionar los programas adecuados a la edad del niño para que éste pueda comprender el significado de la historia que se le presenta. Para ello es posible utilizar los diferentes servicios de orientación social, cultural y escolar.
- Acompañar al niño, en la medida de lo posible, mientras éste ve la televisión. De este modo se podrán realizar los comentarios oportunos, antes o después de la sesión. Hay que estimular la comunicación oral y el diálogo: hablar de lo que ha sucedido, cómo ha sucedido y cómo concluye. Si nos ha gustado y por qué motivos. De este modo, iniciando estrategias de reflexión sobre la información que los niños reciben contribuiremos a formar su espíritu crítico y estético, a cerca de lo feo o de lo bello, y podremos defender su autonomía incipiente frente a los mecanismos de seducción de la imagen.
- Si en un primer momento se han de escoger los programas que los niños han de ver, conviene, poco a poco, proporcionarles los hábitos éticos, especialmente el aborrecimiento de toda forma de violencia, para que, así, lleguen a tener, por sí mismos, capacidad y criterio de selección y de elección. Recordemos que se trata de hábitos de comportamiento, ya que los niños de esta edad no tienen capacidad para una comprensión intelectual adecuada de las virtudes y recomendaciones éticas que se derivarán posteriormente de un nivel superior de maduración intelectual.
- Condicionar, recurriendo al fuerte impulso imitativo de esta edad, una respuesta temprana de rechazo de cualquier forma de maltrato, humillación o violencia, evitando ofrecer manifestaciones supuestamente divertidas de agresión.
- Se ha de mantener, en todo momento, una actitud de refuerzo positivo de los valores educativos. Estos valores habrán de ser exigidos por los consumidores como elementos y criterios de calidad de una producción infantil de cualquier índole. Además, se habrán de hacer constar en la presentación del producto.
- Acostumbrar a considerar a la televisión como una distracción más, pero no la única, mostrando que hay formas más divertidas y participativas de disfrutar del tiempo mediante el movimiento, la imaginación, la lectura o las formas tradicionales del juego.
- No utilizar la televisión como una salida para evitar que el niño moleste o importune, ni tampoco como un recurso de premio o castigo. Si creáramos las condiciones oportunas, castigar a los niños a no estudiar una tarde, por ejemplo, podría llegar a ser para ellos algo igual de importante.
- No podemos ni debemos establecer la antinomia televisión igual a entretenimiento versus estudio igual a aburrimiento. La aventura de descubrir lo que se obtiene mediante el estudio y el uso de los recursos creativos e intelectuales puede llegar a ser, con una adecuada orientación, una magnífica fuente de estímulos y de satisfacción.
- Conviene que padres y profesores puedan establecer un acuerdo sobre planes de participación conjunta, para compaginar y distribuir las estrategias que se ponen en práctica tanto en el ámbito del hogar como en el del colegio.
Podríamos hacer una síntesis de tales valores sociales, éticos, culturales y estéticos considerando, al menos, los siguientes:
- El respeto total a la persona en su dimensión más global.
- La tolerancia y la comprensión.
- La ayuda y la solidaridad.
- El rechazo claro y absoluto de cualquier forma de violencia.
- El respeto activo y comprometido por el medio ambiente.
- El aprecio por el buen gusto, la música o la belleza en la percepción de las imágenes.
- La salud y la higiene.
- El uso correcto, creativo y lúdico del lenguaje.
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