El
medio escolar es uno de los más adecuados para la enseñanza de los
contenidos y habilidades necesarias para el dominio básico del lenguaje
visual. Somos muchos los profesionales de la educación que venimos
reivindicando desde hace lustros la inclusión de la alfabetización
visual en el currículo escolar de niños, jóvenes y adultos como
eje articulador de la práctica de lectura crítica de los mensajes
provenientes tanto de los medios de comunicación como del mundo
de las artes plásticas. Uno de los pioneros de esta reivindicación
fue Feldman (1976: 199 y 200) quien, tras afirmar que el lenguaje
de las imágenes puede ser aprendido, enunció algunas implicaciones
de esta disciplina. Feldman se lamenta profundamente de que la alfabetización
visual haya tenido tan poca o nula aplicación en el currículo escolar,
especulando sobre las razones que han podido producir esta ausencia.
En este sentido, destaca en su reflexión sociológica la existencia
de una pugna entre "quienes abogan por una educación crítica" que
conlleva la adquisición de la capacidad para "aceptar o rechazar
significados", es decir, "maximizar la capacidad del individuo de
elegir entre alternativas", y aquellos otros que, dejándose llevar
por los resortes de poder típicos de las sociedades post-industriales,
desean "gobernar la conducta de las masas mediante la consumición
pasiva de imágenes".
Desde
finales de la década de los años sesenta prestigiosos autores tales
como Ausburn (1978), Anderson (1974); Arheim, (1962 y 1969); Brown,
(1980); Bry (1978); Canelos (1980); Flory (1978); Loraine y Lucas
(1974); McKim (1972); Paivio (1969 y 1975); Samples (1975) y Sheehan
(1972) compartieron con Dworkin, Feldman, y Hortin estos grandes
objetivos de la alfabetización visual.
Los
sujetos alfabetizados visualmente llegan a poseer la habilidad de
comprender y usar las imágenes y, con ello, de pensar y aprender
en términos de imágenes. Para llegar a conseguir tan ambiciosos
objetivos el sistema educativo ha de ofrecer a los educandos la
posibilidad de realizar ciertos entrenamientos perceptivos, a la
vez que se les introduce en el estudio de la morfología y la sintaxis
del lenguaje de la imagen. En este sentido coincidimos con las opiniones
defendidas por Turbane, Dondis, Ruesch y Kees, Zettl y Kepes sobre
la necesidad de que los sujetos aprendan a leer y comunicarse con
los elementos del lenguaje visual (punto, línea, forma, textura,
iluminación, tono, color, encuadre, angulación y movimiento).
El
grado de conocimiento y utilización del lenguaje de la imagen (alfabetización
visual básica) y viene definido en nuestras investigaciones (Ortega,
1996) por el nivel de consecución de las siguientes capacidades:
1.
Capacidad de realizar análisis e interpretaciones visuales en un
tiempo limitado.
2.
Capacidad de utilización grafomotriz de las cualidades comunicativo-visuales
del punto para crear mensajes icónicos figurativos en un tiempo
limitado.
3.
Capacidad de utilización grafomotriz de las cualidades comunicativo-visuales
de la línea para crear mensajes icónicos figurativos en tiempos
limitados.
4.
Habilidad de creación en tiempos limitados de modelos geométricos
tridimensionales de imágenes figurativas utilizando formas geométricas
espaciales.
5.
Habilidad para dotar de texturas táctil-visuales a modelos geométricos
tridimensionales recubriéndolos de series geométricas de puntos,
líneas y formas, en un tiempo limitado.
6.
Capacidad de abstracción visual medida mediante el análisis de la
habilidad para reducir composiciones visuales a las formas geométricas
planas básicas (boceto) que las componen, considerando tanto el
trazado de las formas geométricas presentes como el de las creadas
por la distribución espacial de los objetos (composición), y valorando
la fidelidad en la ubicación espacial conseguida en el trazado del
esquema compositivo. Todo ello en tiempos limitados.
7.
Capacidad de descubrir la estructura geométrica tridimensional de
un tema visual y expresarla gráficamente, en un tiempo limitado,
trazando adecuada y fielmente las formas geométricas que lo componen.
8.
Capacidad de descubrir la estructura geométrica total de imágenes
sencillas y construirlas en un tiempo limitado y reducido partiendo
de la totalidad de formas geométricas en las que se han segmentado.
9.
Capacidad de autointrospección perceptiva para descubrir y dibujar
las líneas de fuerza e influencia visual que orientan los recorridos
de la mirada al escudriñar un tema visual. Todo ello en un tiempo
limitado.
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