El
entretenimiento
En
segundo lugar, el entretenimiento. Queremos resaltar aquí que se
trata de un recurso con mucha "complicidad". Una complicidad, por
cierto, que la mayoría de las veces propone "jugar" con la intención
precisamente de entretenerse. Y para ello hay que conocer las reglas
del "juego", y aceptarlas y ponerlas en funcionamiento. Todo ello
se le pide al receptor, o sería más apropiado decir que éste "pide
que se le pida".
Por
otro lado, podríamos estar en los orígenes de esa tendencia a la
difuminación entre "géneros" (114), medios y
formatos. Un aspecto típicamente posmoderno que luego se ha señalado
precisamente como una de las consecuencias más relevantes de toda
la revolución digital: el hipertexto no deja lugar a unos límites
tan bien marcados como los que pretendía la modernidad.
Esta
finalidad se ha buscado, frecuentemente, a través de espectáculo
y a través de historias. Especialmente a través de estas últimas.
De hecho, una de las características más sobresalientes de la dialógica
es que "se desarrolla en un entorno narrativo: La narrativa
le ofrece a la dialógica los fundamentos teóricos para su construcción
conceptual. Hay una relación muy directa entre interactuación y
narración, entre producción ("hacer saber los deseos de los personajes
de este relato es la construcción misma del relato") y creatividad
("La finalidad de todo diálogo es resolver los conflictos, es encontrar
puntos de interés común. (...) La esencia del diálogo es crear historias
alternativas para cada actor del juego") (García en Alberto Pérez,
2001, pp. 678-680).
La
emoción
Cuando
un receptor se emociona con un anuncio siente algo especial por
el emisor y agudiza su atención, es por ello que se produce una
respuesta inmediata y, en definitiva, una relación más sólida.
Los
testimoniales
En
un testimonial descubrimos interactividad por la naturaleza misma
del recurso. Resulta tan simple como hacer portavoz a un "tercero
desinteresado" en cualquiera de sus tres versiones: un experto en
el campo en que se circunscribe el mensaje, un receptor habitual,
y/o un famoso. En cualquier caso, una personalización clara de la
comunicación en sus prescriptores: un testimonio es un consejo "de
tú a tú" al receptor que fácilmente se asocia (dialoga) con esas
otras personas que se distinguen de los personajes (que eso sería
otro recurso).
Otra
técnica que, al igual que el "entretenimiento", también incide en
el rasgo de difuminación. En este caso, en relación con la indiferenciación
entre el emisor y la fuente, y entre éstos y los contenidos. El
medio digital no hace más que profundizar en esta tendencia que
para la mejor publicidad de todos los tiempos ya estuvo presente
en uno de sus más recurrentes recursos.
Valores
emergentes
Este
rasgo ha implicado también, por parte de la publicidad, esa "pre-escucha"
de la que hablábamos y una especial complicidad con el receptor
por afinidad hacia los contenidos. No deja de ser significativo
el hecho de que los internautas sean responsables y solidarios en
una proporción insólita fuera de la Red (Ocaña, 2001, p. 81).
La
metacomunicación
Y
también se ha acudido, como no podía ser de otra forma, a ese metalenguaje
con el que se ha caracterizado la comunicación posmoderna (115).
Y es que es esa misma complicidad la que permite la realización
de uno más de los rasgos de la posmodernidad presentes en esta comunicación:
la deconstrucción del artificio, del decorado y la continua aparición
del metalenguaje.
En
esta sociedad, la ironía preserva la poca realidad que nos queda
y no hay otro remedio que reírnos de nuestros iconos. Véase, por
ejemplo, la brillante parodia que aparece en la película El show
de Truman (1998): el personaje de la ficción nos remite al voyeurismo
de los reality shows y a la proliferación del simulacro en
el mundo contemporáneo; pero también al carácter engañoso de la
percepción de la realidad y a la naturaleza falsa y fingida de nuestras
propias vidas. O el paradigmático "pastiche" de la película El
mundo de Wayne (1992), en palabras de Baudrillard, "una parodia
neutra, parodia que ha perdido su sentido del humor" (Foster, Habermas
y Baudrillard, 1986, pp. 169-179), en este caso aplicada a las actitudes
que provocan las nuevas formas de comuniación comercial.
Consideramos
que en la "metacomunicación" hay diálogo porque para que haya comunicación
se hace necesario un alto conocimiento del receptor que debe poner
de su parte para completar el mensaje. El público debe saber acerca
de la comunicación tanto que acepte ese tono de confianza implícito
en el mensaje que deja "sobreentendido" la mayor parte del contexto.
Señas
Con
esta categoría queríamos recoger la inclusión de direcciones, teléfonos
o fax; una materialización muy clara de la intención de contactar
directamente con los receptores.
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