2. DESARROLLO INFANTIL Y EDUCACIÓN EN UNA CULTURA MEDIÁTICA.
LA TELEVISIÓN EN EL MARCO ACTUAL DE DESARROLLO

1. El contexto de desarrollo de los niños de las generaciones actuales está experimentando cambios culturales trascendentales para su construcción personal.

2. Estos cambios afectan en una gran medida a la transformación de parte de su cultura situada y la sustitución de otra parte por una cultura virtual.

3. La investigación de los cambios se ha reorientado hoy más a comprender el nuevo contexto y los contenidos de los nuevos medios (las dietas culturales y mediáticas) que a la atribución intrínseca de causalidad al medio.

2.1. LOS MEDIOS EN UNA LECTURA GENÉTICO-CULTURAL
2.1.1. La entrada en una cultura mediática: de las culturas situadas al “medio mediático”

La ecología del desarrollo humano (Bronfenbrenner, 1979, 1999; Bronfenbrenner et al. 1996; del Río y Álvarez, 1994; Álvarez, 1996; del Río, 1997; Valsiner, 1994b, 1997, 2002) ha venido elaborando sus modelos partiendo, como en el caso de los otros seres biológicos, desde contextos y escenarios espaciales, situados, en los que ha descrito los factores y variables biológicos, psicológicos, sociales y culturales que determinan la evolución de los niños hacia su madurez.

El hábitat y el marco local y de posicionamiento físico de las actividades humanas han definido por tanto la caracterización de nuestro medio evolutivo. La emergencia de puntos y eventos “deslocalizados” en ese espacio local (McLuhan y Fiore, 1968; McLuhan y Powers, 1989; Thompson, 1995) ha venido en el siglo XX a redefinir la tarea de esta ecología, de modo que pueda acomodar tanto lo local como lo deslocalizado, lo presente como lo re-presentado, lo que se nos muestra con una entidad física y directa y lo que se nos muestra con una entidad virtual e indirecta. Lo deslocalizado y virtual ejerce hoy un impacto superior en muchos ámbitos a la cultura situada. Como afirma Ohmae (1995) los niños se parecen más hoy por ser de una generación determinada (y con ello una generación de los medios deslocalizados) que por ser de un país o cultura concretas.

En el capítulo anterior proponíamos la perspectiva del desarrollo humano dentro del marco de la “integración evolutiva” y la epigénesis y, complementariamente, de un mundo humano como un mundo mediado y culturalmente reconstruido.

Todo ello supone un mundo inestable, un mundo en cambio, donde esas construcciones mediadas se renuevan y expanden con gran rapidez. La proyección de los medios de comunicación y las tecnologías sobre la vida humana en las tres últimas generaciones ha sido de tal dimensión que la propia teoría de la mediación cultural debe hacer un esfuerzo para poder seguir su paso. Y aunque esa expansión se ha producido sobre todo y como decimos, en el espacio virtual de lo deslocalizado, lo ha hecho paradójicamente redefiniendo los propios escenarios locales para hacer un sitio preferente a estos medios deslocalizados. Colocar los medios en nuestra vida se ha hecho en base a rediseñar los escenarios de la vida cotidiana a su alrededor, desde el salón alrededor del televisor a los escenarios urbanos de ocio alrededor de videojuegos y audiovisuales.

Berlyne (1960) planteó hace ya tiempo, al comienzo de la etapa de investigación empírica sobre el impacto de los medios, un modelo ecológico de exposición directa a la realidad frente a una exposición mediada o virtual. ¿Qué parte de nuestra comunicación se produce en interacción directa y cuál en comunicación mediada? Si extendemos la pregunta de Berlyne al contexto evolutivo y lo hacemos a través de una teoría sociogenética (la comunicación como génesis de la representación y el pensamiento), ésta cobra una mayor dimensión. El medio de desarrollo que han conceptualizado los grandes autores evolutivos de la orientación sociogenética (Valsiner, 1999) o los de orientación filogenética (Donald, 1991) parece haber sufrido un cambio masivo en el último siglo que sólo con ligereza podríamos dejar de considerar trascendental. Paik (2001) ha trazado una historia cultural reciente, aportando datos empíricos sobre las transformaciones del entorno mediático en el último siglo por el impacto de los medios electrónicos.

Los contextos humanos –y con ellos los contextos evolutivos en que construimos la psique de las nuevas generaciones– se perfilan así a partir de la mitad del siglo XX, como nuevos contextos de desarrollo, como “medios” evolutivos en que lo situado y lo virtual componen nuevos complejos ambientales. Ya no tenemos ante nosotros escenarios espaciales cotidianos en los que se insertan “puertas hacia las estrellas” (por emplear la brillante metáfora del monolito de Clarke en 2001, Una odisea en el espacio), como son el libro o el cine. Estamos ahora en un equilibrio mayor entre lo situado y lo virtual, con un peso tan fuerte de ambos en la vida de todos los niños (y no sólo de unos pocos, como fue durante mucho tiempo el caso de la lectura) que este nuevo medio de medios, este “medio mediático” no ha sido comprendido ecológicamente aún en su significado real. El antropoide social y situado se enfrenta ahora a un entorno que sigue siendo situado, pero en el que las leyes de lo situado ya no son predominantes y deben compartir su poder y sus valores con otras.

 

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