6.2. EL TALLER DE AUTOEDICIÓN

Entre los motivos que pueden animarnos a confeccionar cualquier proyecto que haga aconsejable el uso de la autoedición, podemos indicar los siguientes:

  • Aplicar un sistema informático para la confección de material escrito, por ejemplo una ficha para un examen o control.
  • Realizar carteles, revistas, folletos, etc., con criterios de diseño gráfico básicos.
  • Diseñar material manipulativo para el aula: dominós, bingos, tarjetas de multiplicación, lotos fonéticos, barajas de imágenes, láminas de completar la palabra, etc.
  • Potenciar el trabajo en grupo y la división de tareas dentro de la realización de un proyecto de interés común.
  • Acercar al alumno y al profesorado unos medios tecnológicos que simulan las técnicas de composición y publicación profesionales.

6.2.1. Procesadores de texto

Los procesadores de texto surgen como elementos que sustituyen a las máquinas de escribir. Entre sus primeras ventajas aportan grandes incentivos, salvo la posibilidad de disponer de un texto almacenado que podría modificarse o adaptarse, sin la necesidad de volver a teclearlo. Surgen la serie de IBM Assitant o las primeras versiones del Word Perfect (v.4 y v.5.1), donde el procesador incorporaba otra serie de funciones, como negrita, subrayado, subíndice o itálica, salvo la expresada anteriormente de gestión y almacenamiento de documentos. En el caso del Word Perfect, incorporaba la posibilidad de ver el texto como quedaría reflejado en el papel y con la visión de los caracteres especiales (Sistema Wysiwyg = lo que se ve es lo que se imprime).

Estas aplicaciones, desarrolladas en MS-DOS, utilizaban la tabla de caracteres llamada ASCII, que consta de 256 caracteres y que no contiene ni mayúsculas acentuadas ni otros caracteres necesarios para otros idiomas. Otra cuestión es que el tipo de fuentes no era TTF (calidad gráfica óptima en el escalado), por lo que las calidades impresas de la letra dejaban mucho que desear y, casi de manera genérica, no correspondía el tipo de letra de pantalla con el tipo de letra impresa, debiendo de recurrir al manejo de los bancos de fuentes para impresora, que debía de administrar ésta sin el control del programa informático, lo que al principio era una ventaja (aceleración de la impresión) era también un inconveniente (pobre calidad gráfica de la fuente).

Será la incorporación de Windows, que utiliza el juego de caracteres de la tabla ANSI, quien sí nos posibilitaría estas opciones. Con Windows se van a manejar un gran número de tipos de letras, de esta forma la visión de la letra en pantalla correspondería con la visión de la letra impresa y serían escasas las diferencias. Otra cuestión es que, al controlar el ordenador las fuentes de la impresora, les ofrece una amplia colección de códigos fuentes de letras, de alta calidad gráfica y mejor optimizados-configurados con la impresora.

Entran en escena programas como Amipro, que incorpora la opción de macro (o documentos preparados que facilitan la labor del procesador a la hora de confeccionar el texto), incorpora incluso la letras TTF, o Word Perfect 6.0 y siguientes, hasta el momento de su absorción por Microsoft, cuando pasaría a llamarse Word, tal y como hoy lo conocemos. Sin embargo, cada vez más los procesadores de texto han ido incorporando a su barra de herramientas y a sus menús funciones propias de los programas de autoedición: incorporación de objetos (imágenes, tablas y autoformas), inserción de bordes, incorporación de color; al tiempo que han perfeccionado aspectos más puramente de procesador (la ortografía, la autocorrección automática del texto, viñetas, letra capital, etc.).

Los procesadores de texto para Windows presentan un aspecto común, en los que la pantalla aparece dividida en varias partes de arriba a abajo:
Barra de título. En ella aparece el título del programa y del archivo en el que se está trabajando.
Barra de menús. En ella aparecen las opciones del menú principal, que dan acceso a todas las funciones del programa.
Barra inferior. En ella aparece información diversa sobre el documento, la tipografía que se está utilizando, el punto del documento en el que se encuentra el cursor, etc.
Barra de herramientas. Está compuesta por iconos que dan acceso a las funciones más utilizadas del programa. En la mayor parte de los programas, el usuario puede decidir cuáles son los iconos que se muestran e incluso disponer de varias barras de herramientas alternativas para las diferentes fases del proceso de edición: edición normal, elaboración de gráficos, corrección, etc. Algunos programas permiten mostrar varias de ellas a la vez.

retroceder avanzar