En las sociedades de la información (como son las de los países de nuestro entorno) la alfabetización digital de los pequeños es un hecho constatable. En cualquier escuela se enseña a los alumnos en el manejo del ordenador y en la utilización de Internet. La brecha digital en estas sociedades es o será casi inexistente.
Sin embargo, y aunque resulte paradójico, el desarrollo de las tecnologías ha favorecido la aparición de nuevas formas de exclusión social. La ausencia de políticas específicas sobre inclusión digital; las dificultades de acceso a las infraestructuras tecnológicas; la insuficiente formación en y para el uso de las TIC; la ausencia de referentes y apoyos; o la escasa aplicación y promoción de los estándares y directrices del “diseño para todos”; son algunas de las causas de lo que acertadamente se viene denominando “exclusión digital”, “divisoria digital”, “brecha digital” o “discapacitado tecnológico”. (Soto y Fernández, 2004) [En línea]).
Otro concepto viene a completar el panorama de aplicación de las TIC en los centros educativos que escolarizan e integran a alumnos con discapacidad: la barrera digital. Se trata de una perspectiva novedosa en la que se trata de centrar la respuesta educativa a este alumnado no sólo en las necesidades educativas especiales que presenta sino en las barreras provocadas por el uso de las TIC que se crean en el contexto escolar y que impiden el acceso al aprendizaje. Está claro que si en las sociedades de la información las escuelas se caracterizan por la utilización de las tecnologías en el aula para lograr nuevas competencias personales, sociales y profesionales es completamente necesario eliminar las barreras digitales que pueden estar impidiendo el acceso a la formación a los alumnos con discapacidad ya que, de lo contrario se conseguirá aumentar la brecha digital entre estos alumnos y los que no poseen discapacidad.
Internet es una ventana al mundo y a la educación que permite a cualquier persona explorar la sociedad en que vivimos y es, a la vez, fuente y canal de información.
Es un mundo cargado de posibilidades para las personas con discapacidad a través de sus herramientas como:
- El correo electrónico, que además del correo facilita otros servicios como las listas de discusión y los grupos de noticias.
- Los servicios de transferencias de ficheros, que permiten recuperar archivos de todo tipo situados en algunos servidores de Internet.
- Los servicios de chat y videocomunicación.
- Los espacios web, que muchas veces integran también algunas de las otras herramientas de Internet. (Vega Fuente, A. 2003, p. 16)
El uso generalizado de las TIC en los centros educativos no está planteando ningún problema que vaya más allá de los propios problemas técnicos relacionados con los servidores, el hardware, software (libre o de autor), las averías de los propios equipos informáticos o la disposición del estos equipos en el aula. Pero existe un asunto aún pendiente y que es vital en esta generalización y rumbo hacia la Sociedad la Información y del Conocimiento: la accesibilidad.
Etimológicamente el término de “accesibilidad” proviene de “acceso” acción de llegar y acercarse o bien entrada o paso. Aplicado a las TIC, la accesibilidad no sería otra cosa que la utilización de ayudas por parte de personas con discapacidades transitorias o permanentes para que éstas puedan utilizar los medios informáticos, electrónicos, multimedia y de comunicación con la finalidad de poder utilizarlos para su desarrollo personal y social accediendo así a la Sociedad de la Información.
El uso de las TIC como metodología eficaz resulta completamente inútil en el medio educativo si falta la adaptación a su utilización. Si determinados colectivos de alumnos no pueden acceder a las TIC estaremos cortando su formación y por tanto una auténtica comprensión de la realidad, ya que ésta es la más excepcional vía de acceso a la autonomía personal de cada alumno.
En los últimos años ha irrumpido en el ámbito educativo el concepto de “escuela inclusiva”, cuyo principal objetivo es que los alumnos reciban una educación de calidad acorde a las características que presentan.
La filosofía de la inclusión defiende una educación eficaz para todos, sustentada en que los centros, en tanto comunidades educativas, deben satisfacer las necesidades de todos los alumnos, sean cuales fueren sus características personales, psicológicas o sociales (con independencia de si tienen o no discapacidad). (Arnáiz, 2003, p.149).
Bajo el prisma de la inclusión, los centros educativos tienen como principal misión ofrecer una respuesta educativa adaptada a las necesidades de los alumnos que escolarizan. Se trata de alcanzar los objetivos determinados en el currículum oficial a través de los contenidos con una metodología acorde a las necesidades que presenta la población escolar. En este sentido, el uso de las TIC favorece la utilización de una metodología cada vez más rica en la que los elementos multimedia e interactivos juegan un poderoso papel en la individualización de la enseñanza presentando los contenidos de forma dinámica, atractiva y personalizada.
La utilización de las TIC en el aula está cambiando los clásicos modelos metodológicos en los que el docente dirigía el aprendizaje a todos los alumnos realizando las oportunas adaptaciones en los alumnos que presentaban necesidades educativas especiales. Con la utilización de las TIC, la metodología permite que cada alumno vaya avanzando al ritmo de sus propias capacidades e intereses. Sin embargo, esta tecnología sigue siendo, en muchos casos, inaccesible para determinados alumnos, por tanto, hasta que no seamos capaces de hacer accesible su uso no estaremos consiguiendo una verdadera escuela inclusiva. Además, con la aplicación generalizada de las TIC podríamos estar consiguiendo los efectos contrarios a la inclusión, es decir, la exclusión de determinados colectivos de alumnos que presentan discapacidades. La falta de accesibilidad en educación mediante el uso de la tecnología implica marginación, falta de autonomía personal y, por tanto, pérdida en calidad educativa. Nos arriesgamos, incluso, a conseguir los efectos contrarios a los deseados en los alumnos con discapacidad.
Imaginemos un aula de un centro que persigue la integración entre sus objetivos pero en la cual se procede a utilizar el ordenador para realizar una actividad en la que los alumnos tienen que buscar información en Internet para construir su propia unidad didáctica. ¿Qué ocurriría en esa aula si tuviéramos integrados alumnos con discapacidad? Para buscar una respuesta el profesor tendría que plantearse estas otras cuestiones: ¿realmente, los alumnos con discapacidad pueden acceder al mismo tipo de actividad interactuando con el ordenador de forma similar a como lo hacen el resto de alumnos?, ¿podrían así alcanzar los objetivos de la actividad en función de sus niveles de competencia curricular? Si las respuestas a estas cuestiones fuesen negativas, sin lugar a dudas, estaríamos excluyendo.
Por supuesto que esta exclusión de los alumnos con discapacidad no sólo puede surgir de la falta de accesibilidad. Otros factores pueden contribuir a la marginación: la falta de medios y recursos técnicos, la falta de apoyo humano para hacer efectivo el uso de las TIC por alumnos con discapacidad y, como no, la falta de motivación en los propios alumnos por la acumulación de problemas relacionados con el uso de las tecnologías. |