5.1.1. Cine, acción e inteligencia: la lógica de la acción.

El cine es ante todo acción y movimiento. La acción configura el pensamiento, la inteligencia y la lógica, e influye en las emociones. El cine es acción y emoción.  Por ello, hoy,  más que nunca,  podemos referirnos, como ya lo hicieran James y Piaget, a la construcción de una  lógica de la acción en la conciencia del espectador infantil vinculada a la emoción y la inteligencia. Piaget (1975) se reconoció, en este sentido, deudor de James y de una especie de neopragmatismo al reconocer que éste le brindó la idea de que el pensamiento hundía sus raíces en las primeras acciones del niño: “Después de leer a W. James realicé un esbozo de neopragmatismo que, teniendo en cuenta la crítica racionalista de Reymond, tendía a mostrar que existe una lógica de la acción distinta a la lógica matemática” (p. 14).

En una línea de argumentación similar podríamos pensar en la construcción de una lógica audiovisual o fílmica de la acción durante la fase escolar del desarrollo del niño. Nos podemos preguntar, entonces, hasta qué punto la acción fílmica, muy vinculada al ritmo audiovisual, contribuye a configurar de manera específica el naciente pensamiento infantil. Desde el punto de vista de la psicología cognitiva, esa lógica de la acción no ha sido suficientemente explorada en su relación con la imagen.
           
La idea de que la acción en sí misma admitía una lógica se constituyó en una de las bases centrales del pensamiento de Piaget (1952): “La lógica procede de una suerte de organización espontánea de los actos” (p. 241). Piaget asume, por tanto, la tesis pragmática de que las ideas -nosotros añadimos que también las emociones-  participaban de los hábitos de acción; unos hábitos de acción que ahora el niño adopta a partir de sus hábitos de interacción perceptiva con el mundo audiovisual en todas sus posibilidades y manifestaciones. No nos resulta difícil considerar, a partir de estos presupuestos, que la dinámica de la acción cinematográfica crea hábitos de acción que configuran claramente la inteligencia y las emociones del espectador infantil, participando en la arquitectura de una lógica que, entre otras cosas, haría prevalecer los elementos dinámicos sobre los reflexivos.
           
Las pautas sobre las que el niño reconstruye lo visto en una película se constituyen generalmente sobre los fundamentos esquemáticos de la acción. En nuestras experiencias no duda en mostrarnos el argumento del film con todo un expresivo alarde de medios y recursos físicos cargados de una intensa expresión emocional. Los fenómenos de acción, tan significativos en la iconografía fílmica actual, constituirían los elementos básicos de esa lógica a la que nosotros, en sintonía con los planteamientos de Piaget, hacemos referencia y que denominamos “lógica de la acción fílmica”, y que formaría parte inseparable de esa inteligencia fílmica a la que nos referimos. La acción física y motora comunica y expresa y es un elemento más directo que los elementos comunicadores del discurso de la palabra. El propio origen del lenguaje es una mera prolongación y apoyo de los actos.
           
Las imágenes de la acción, que plantean el ritmo y el dinamismo del relato cinematográfico, son también imágenes del pensamiento y también ellas explican, en la infancia, los sentimientos y la orientación de la voluntad emocional. El pensamiento, en definitiva, puede ser perfectamente dirigido por las tendencias asociativas que proceden de ellas. Esas tendencias asociativas de las imágenes de acción de la memoria, que orientan la dirección del pensamiento infantil, pueden ser fácilmente manipulables. Consecuentemente podríamos también ahora pensar en una teoría de la inteligencia infantil sobre la base de la lógica de la acción audiovisual. Desde la lógica de esta teoría podríamos enunciar la siguiente ecuación:

Inteligencia fílmica infantil = acción + significado

         
La publicidad actual, consciente de la capacidad comunicativa de la expresi ón de la acción, gestual y corporal, se sostiene en ella para transmitir reclamos publicitarios destinados a todas las edades y muy especialmente a la infancia. Si yo quiero publicitar para los niños un determinado juguete no sería suficiente mostrar su imagen estática, sería preciso ofrecer la imagen lúdica dinámica del niño que interactúa con dicho objeto, o dar movimiento ilusorio a ese objeto aunque carezca de él.

Evidentemente, y tal y como destacaron Bianca y René Zazzo (1951), existe una importante relación entre la acción del film y la movilidad perpetua de la corriente de pensamiento, una movilidad que, como hemos tenido ocasión de comprobar, alcanza también a nuestro subconsciente intelectual. Efectivamente la imagen fílmica es ante todo la imagen de un espacio afianzado para la acción y es precisamente la acción lo que hace que el espectador se interesa inteligente y emocionalmente por ese espacio. Sin embargo la acción, no lo olvidemos, se constituye como un elemento alternativo de la reflexión que acaba por relegarla a los últimos planos de la conciencia.

 

retroceder avanzar