3.3. ALCANCE DE LA ESTIMULACIÓN PERCEPTIVA MULTIMEDIA DURANTE EL PRIMER AÑO

En un mundo doméstico, en el nido propio del cachorro humano, cada vez más invadido por la influencia multimedia, deberíamos de preocuparnos en la misma proporción por el tipo de impacto que el estímulo físico de la imagen audiovisual ejerce sobre los sistemas perceptivos inmaduros del niño más pequeño. ¿En qué momento puede este tipo de estimulación multimedia afectar a los sentidos inmaduros bebé? ¿Cómo es su percepción del color? ¿Cómo relacionan sonido e imagen? Sabemos, tal como hemos adelantado, que durante los dos primeros meses el bebé se va volviendo cada vez más sensible a los contrastes del brillo, por tanto, podría, de tener un televisor próximo -lo que evidentemente sucede a menudo- sentirse atraído  por ese fenómeno del brillo que se produce en la pantalla luminosa del receptor. El movimiento y el color, preferentemente el rojo, son también estímulos determinantes de la atención y de la fijación visual temprana. Parece que al nacer pueden discriminar entre el rojo y el verde y que todos los receptores sensibles al color resultan ya plenamente funcionales al cumplir los dos años. También su sensibilidad auditiva va a ser impactada por ritmos musicales vertiginosos y ruidos estridentes, destemplados y ensordecedores que particularmente le producirán miedo, estrés y sobresalto. No estaría mal recordar que, en opinión de Watson (1917, 1920), en los niños podrían hallarse tres emociones innatas, o tres reacciones patrón: ira, miedo y amor. “Por reacciones patrón entendemos aquella respuesta cuyos detalles aparecen con cierta constancia, regularidad y aproximadamente en el mismo orden cronológico cada vez que se aplica el estímulo excitante” (Watson, 1917). Pues bien, en los recién nacidos, sostenía el creador del conductismo clásico americano, el miedo se provoca mediante un ruido violento, estridente, o mediante una sacudida brusca de su sustentáculo.

En un principio y debido al inmaduro desarrollo neuronal e insuficiente tonicidad del sistema de retroalimentación de los músculos que ejercen el poder de control sobre sus ojos, éstos no pueden todavía orientarse, durante los primeros días, hacia el enfoque de objetos en movimiento. Pero sí pueden cambiar la orientación de la mirada como respuesta ante un estímulo: una luz que se mueve o, como decíamos, algo parecido a un rostro. Poco a poco el cristalino puede ir cambiando su forma y acomodándose a la percepción de objetos que se encuentren a escasa distancia, su respuesta es bastante lenta y funciona, por ello, mucho mejor si la distancia es muy próxima, no mayor de 20 centímetros. Podemos llegar a considerar que la capacidad de enfoque comienza a esbozarse entre las 4 y 6 semanas, siendo, como se ha comprobado mediante experiencias visuales realizadas con bebés, el movimiento horizontal de más fácil dominio que el vertical. De esta manera un niño, visualmente normal, podría seguir un estímulo presentado en su campo visual durante algunos segundos y dentro de un ángulo de 90º.

¿Cómo se realiza la adaptación perceptiva visual del niño pequeño a la imagen multimedia? Como ya sabemos, la retina humana tiene dos tipos de células fotosensibles: por un lado los conos, para mucha luz (un millón de conos) y, por otro, los bastones (cien millones), que sirven para adaptar la visión a la penumbra. Ambos tipos celulares convergen en ese millón de fibras que forman el nervio óptico, teniendo cada foto-receptor, como es natural, su propio filamento nervioso. Los mensajes codificados por bastones y conos se combinan para construir imágenes y la composición de éstas va a depender del nivel de adaptación visual. Un nivel de adaptación que irá evolucionando con el desarrollo de los sistemas sensoriales y perceptivos infantiles. Podríamos decir que el ojo humano es más parecido a una cámara de vídeo que a una de fotos, ya que la imagen retiniana no se toma como una instantánea, sino que la escena vivida se procesa como un patrón dinámico de señales nerviosas que codifica los rasgos visuales más relevantes y en el que intervienen muchos factores, no sólo fisiológicos, sino también psicológicos: la motivación, la atención o el aprendizaje visual que puede resultar de un proceso de alfabetización en el lenguaje de la imagen que, a partir de una edad temprana adecuada, enseñe a mirar y a ver.

 

retroceder avanzar