2.3. MUNDO AUDIOVISUAL Y TEORÍA DE LA CONFIGURACIÓN DE LA MENTE

Siempre he considerado que es imposible una buena metodología científica experimental sin que ésta se desprenda de una teoría que sea capaz de ofrecer una perspectiva aceptable de los fenómenos concretos que se pretenden explicar. En psicología del desarrollo y de la educación encontramos una amplia oferta de concepciones teóricas hasta asistir a la preponderancia del paradigma cognitivo, una perspectiva científica que en realidad es tan plural como los autores, especialistas o profesores que decididamente se sitúan en esta línea. No podrá haber, por tanto, más originalidad que la que ofrezcan las diferentes combinaciones que dan su tonalidad y estilo a cada una de las diferentes propuestas.

En la teoría de la configuración cognitiva de la mente se concibe la mente humana -en el sentido de personalidad psicológica o conciencia adquirida hasta un cierto momento del desarrollo- como un sistema configurado biológica y socialmente, actuante y operativo desde el punto de vista del comportamiento del sujeto, y de carácter cognitivo y adaptativo;  es un sistema en el que el entorno audiovisual se manifiesta como uno de los elementos configuradores más significativos de nuestro tiempo. Se trata de un sistema en el que, tanto desde el punto de vista de la entrada como de la salida de la información audiovisual, puede concebirse como una performance o, según la interpretación que aquí damos, como una configuración mental. Una performance, en términos generales, podría ser un resultado posible, evidenciado en su actuación, de un sistema que puede ser mecánico, biológico o psicológico. La mente humana como sistema psicológico puede ser, en parte y como aquí hacemos, interpretada como una performance que resulta de una configuración evolutiva audiovisual.

La alimentación psicológica multimedia de la mente tiene un significado en la evolución del sujeto y se constituye como un elemento que va modificando el modo de percibir el entorno o la realidad. Teniendo en cuenta esta capacidad, podemos contribuir con el dominio educativo de la provisión “psicomultimedia”, y a través de los recursos de la intervención psicopedagógica que se consideren más adecuados, a establecer nuevas configuraciones del sistema con el objeto de controlar, optimizar o modificar los aspectos que en un momento determinado se consideren oportunos. Hay pues una configuración evolutiva que puede contemplarse desde un punto de vista retrospectivo: factores multimedia negativos que han contribuido a construir un sistema mental determinado  (personalidad inestable, autoritaria, insensible al dolor ajeno, etc.) o desde un  punto de vista prospectivo, qué es lo que podemos esperar de una sistema mental específicamente configurado por un determinado tipo de productos audiovisuales.
 
Si hay un desarrollo evolutivo habrá también fases o momentos de ese proceso. Etapas que ofrecerán la realidad que ese sistema brinda en cada período o ciclo vital. Por tanto, podemos referiremos  a una configuración sincrónica que establece, en un momento dado, las relaciones lógicas y psicológicas del sujeto con los elementos audiovisuales coexistentes y  que forman esa parte actual del sistema. La mediación del factor tiempo dará lugar, entonces, a una configuración dialéctica sujeto-ambiente en continua transformación. Situándonos en la línea de análisis ambientalista de Bijou y Baer (1975), se trata de cambios configurativos en los que los acontecimientos vitales -la influencia multimedia es evidentemente un acontecimiento vital- juegan un papel configurador básico, aunque no único. Tengamos en cuenta que cuando reseñamos un período de estabilidad y otro de cambio, cuando hacemos alusión a una parte descriptiva actual y a otra genética del proceso de configuración, no se hace referencia a una dicotomía metafísica, sino metodológica. No a una jerarquía meliorativa o peyorativa de valores epistemológicos, sino a factores de una realidad científica operativa a la que se accede desde representaciones distintas.
           
Nuestra teoría parte del supuesto de que la mente humana en desarrollo es sometida a una continua configuración ambiental desde las primeras experiencias perceptivas fetales hasta la culminación del ciclo existencial. En la mente humana influyen, como factores configuradotes, todo tipo de determinaciones ambientales: biológicas, históricas, sociales, culturales, etc., pero no como representaciones deterministas, ya que habremos de reconocer siempre un factor psicológico único de personalidad que define al individuo como un fenómeno único dotado de una poderosa voluntad y de un sentido inequívoco de libertad que siempre, en última instancia, definirá el sentido último de su actuación. 

Tal configuración puede ser conceptualmente representada en términos fenomenológicos evolutivos como campos de la conciencia, si atendemos a una perspectiva similar a la de la teoría del campo psicológico de Lewin (1951/1978); campos en los que se ofrecen al sujeto las personas, las cosas, los acontecimientos y situaciones que definen el paisaje psicológico en cada fase de su desarrollo, a través primordialmente de procesos comunicativos complejos que se han de considerar en todo momento y en los que los elementos multimedia adquieren, en su diversidad y contenido, un especial significado de “factor de campo”. Cada campo de la conciencia se reviste, de este modo, de las características con las que se ha configurado su evolución personal hasta ese momento. Paisaje propio al que anteriormente hemos dado el concepto, admitido por nuestra lengua, de performance.

 

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