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Se denomina así
porque los registros varían en proporciones analógicas por la fuerza
de la señal recibida, sea electricidad o luz; y en cierta medida,
las imágenes en movimiento y los sonidos alojados en estos formatos
materiales carecen de una presencia objetiva, ya que en cuanto fenómeno
óptico o acústico que se percibe a través de los canales subjetivos
de la vista y el oído del individuo, los medios audiovisuales comparten
ciertos rasgos con los medios visuales estáticos (por ejemplo, la
fotografía y la pintura); y ellos se diferencian radicalmente de
los medios de base textual, que sirven para comunicar un mensaje
gracias a un código que se interpreta en el plano intelectual. La
percepción es producto de la mediación de un dispositivo tecnológico
entre el soporte y el auditor- espectador; no se puede escuchar
un disco o un cinta observándolos, como tampoco se puede ver una
película palpándola o desenrollándola. A diferencia de otros soportes
audiovisuales, la película es susceptible de lectura humana directa
como secuencia de fotografías fijas, aún cuando a sensación de movimiento
sigue dependiendo de la interpolación de un proyector o un dispositivo
semejante. Sin embargo, es evidente que los medios audiovisuales,
tanto los actuales como los que van cayendo en desuso, forman parte
de una serie de soportes físicos particulares y característicos
cuyos formatos están muy arraigados en la conciencia colectiva.
El disco de gramófono y la película perforada constituyen iconos
concretos y reconocibles susceptibles de comunicación universal,
aún cuando los sonidos y las imágenes también se registran en soportes
que saltan menos a la vista, como la cinta magnética o hoy día el
disco duro de un ordenador… la tecnología conexa se representa mediante
iconos visuales fáciles de entender como la trompa de un fonógrafo,
el altavoz, un rollo de película y el proyector, su haz de luz y
una pantalla vista de lado. Op. cit. 2
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