A MODO DE INTRODUCCIÓN

Cuando a finales del pasado siglo XX, se generó el desarrollo y la irrupción de las nuevas redes digitales IP (Internet Protocol) de banda ancha dentro de las denominadas las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs), los archivos audiovisuales (sean de audio o radio, vídeo, televisión o cine) volvieron a tener una importancia capital; y no sólo porque se convirtieron en una potencial y valiosa materia prima de contenidos que deberían de fluir por las llamadas autopistas o autorrutas de la información, sino porque los considerables volúmenes de información que contienen, en particular imágenes en movimiento, se volvieron en un indiscutible reto tecnológico de todas aquellas personas o entidades responsables de su distribución o transmisión a una gran velocidad, con una óptima facilidad de manejo, tratamiento y acceso para sus usuarios, pero sobre todo, a bajo costo para ser rentable.

Hoy día, ninguna duda cabe que los archivos y catálogos cinematográficos y, en cierta medida, los propios acervos televisivos o radiofónicos ubicados y catalogados en videotecas o audiotecas, siempre han tenido un alto valor o consideración comercial o cultural en el campo del ocio y entretenimiento; sin embargo, en estos últimos años, con el surgimiento de la actual sociedad de la información y conocimiento, los archivos constituidos con materiales audiovisuales, educativos y culturales, se volvieron - ante los propios requerimientos de contenidos de las redes digitales de banda ancha - en extraordinarias fuentes de contenidos que podían ofrecer de forma inmediata recursos audiovisuales especializados para tareas generales o específicas de formación, de interés cultural, o bien simplemente para la difusión, divulgación o adquisición de nuevos y antiguos conocimientos de los seres humanos.

Por ello, cuando se utiliza el concepto de archivo(1), tanto como el lugar donde se custodia como el conjunto orgánico de documentos (textos escritos, imágenes fijas o en movimiento) que una persona, sociedad, institución, etc., produce en el ejercicio de sus funciones o actividades(2) , se puede extender a su fin utilitario de que se conservan como una prueba tangible de su realización y, sobre todo para una posterior aplicación testimonial, comunicativa, legal o cognitiva.

En este sentido, para valorar la importancia de un archivo, habrá que considerar no sólo la calidad de los contenidos conservados, sino también la edad que tienen e incluso, su posible reutilización real o potencial que han tenido, pueden tener o tendrán en un futuro. Por los elevados costos que a veces se generan para la realización y conservación de los archivos, estas iniciativas se cuestionan cuando no se pueden valorar sus contenidos, y únicamente se conservan como simples testimonios históricos, y con la esperanza de que podrán ser utilizados algún día.

En los últimos cuarenta años, el gran incremento de la información y documentación que se genera cotidianamente, influye en la aparición de archivos que no cesan de aumentar todo el tiempo; y por consiguiente, en las fuertes inversiones y costos económicos que se requieren para nuevas infraestructuras y procedimientos de almacenamiento, conservación, catalogación y acceso; además los usos de estos archivos con amplios contenidos informativos textuales, visuales, sonoros o audiovisuales no dejan de crecer, se multiplican y su utilización se vuelve por momentos muy intensa. Muchos de estos archivos, y este es el caso de los audiovisuales, son indispensables para toda nueva actividad o creación de nuevos contenidos, convirtiéndose muchas veces en activos fijos muy valiosos para todas las personas que los utilizan o reutilizan(3) .


1. La palabra archivo, del latín archïvum que significa edificio público y registro, y de la palabra griega arkhéion que designa la oficina que ocupa el archon [arconte magistrado superior]. Uno y otro concepto proceden a su vez del término arche, que tiene significados múltiples como origen, poder y principio. Es el organismo u organización encargada de recopilar y almacenar los documentos, o bien el lugar desde donde se controla todos aquellos registros denominados archivos: …el archivo no consiste únicamente en recordar, en la memoria viva o en la anamnesis, sino también en consignar, en inscribir un trazo en algún tipo de ubicación externa, no existe archivo sin ubicación, es decir, sin un espacio exterior a él. El archivo no es memoria viva, sino ubicación… Así pues, hace falta la exterioridad del lugar para archivar algo. Derrida, Jacques Archive Fever in South Africa, en Carolyn Hamilton et al, Refiguring the archive (David Philip, Ciudad del Cabo, 2002). El término chino para archivo es ziliàoguan (???), que puede traducirse como sala donde están organizados los activos. Cada uno de los caracteres que conforman el vocablo tiene una serie de significados alternativos que en algunos casos enriquecen el sentido. Así pues, el actual término presenta diversas connotaciones dentro de un mismo idioma o cultura o de un idioma o cultura a otro. Por extensión, el verbo archivar presenta diversos matices de significado, como colocar los documentos en un recipiente, una ubicación especial o un depósito, custodiar, organizar, mantener y recuperar esos documentos y administrar el organismo o lugar en el que se encuentran los documentos. Edmondson, Ray, Filosofía y Principios de los Archivos Audiovisuales, Ed. UNESCO, París, 2004.
2.Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Madrid, España, 1992.
3. En la mayoría de los análisis o evaluaciones que se han hecho sobre los usos educativos y culturales que tienen las emisiones de radio y televisión en el mundo, una actividad relevante que queda reflejada en estos estudios, es la grabación o copiado de los contenidos transmitidos, así como el gran aprovechamiento de las videotecas o audiotecas existentes.
retroceder avanzar