1.8. Aprovechar las estrategias publicitarias

Si algo caracteriza al modo de construir un anuncio (una asignatura, una clase) es el sentido de la estrategia comunicativa. Todos los publicitarios se plantean, previamente a los aspectos creativos, los aspectos esctratégicos: ¿cómo conseguir un mensaje que venda?

De la publicidad podemos aprovechar ese sentido estratégico de toda comunicación. Los diez principios de la eficacia creados por la firma Ortiz, Scopesi y Rato, filial de Ogilvy&Mather, determinan la potencialidad de la publicidad; y, con imaginación, se pueden aplicar todos ellos a la comunicación didáctica. Se trata de las siguientes propuestas:

1. Posicionamiento: Lo más importante en publicidad es ubicar el producto en la mente del consumidor. Para lograrlo, hay que plantearse : ¿quién es y cómo es el consumidor? ¿Cuáles son sus características esenciales? ¿Qué desea del producto?

2. La promesa. Una vez posicionado el producto, hay que pensar en la promesa esencial de la campaña: es decir, el beneficio de compra para el consumidor. Si un anuncio no promete nada, no mueve tam poco a su adquisición (aspecto de gran importancia, si lo aplicamos bien a la docencia).

3. La imagen del producto. En la campaña (en las clases) hay que afirmar una imagen fuerte del producto: una imagen atractiva y sólida, que inspire confianza y dé respuesta a las incertidumbres del comprador.

4. La gran idea. Anuncios de cosmética, de automóviles, de refrescos… hay muchos en la televisión. Para sobresalir en esa selva de anuncios, hay falta dar con una idea atractiva, brillante. Una gran idea que, a veces, es muy sencilla. Peo que son el resultado de desechar muchas otras formas de comunicar (de dar la clase) hasta que se llega a la idea que mejor transmite el contenido del anuncio.

5. La estética. Prestamos atención a los paisajes porque son bonitos, atractivos; miramos los cuadros de un museo porque nos proporcionan imágenes más bellas que las que solemos ver a diario en las calles. También a los anuncios comerciales -mensajes poco interesantes para el público- se les presta atención si a cambio proporcionan imágenes estéticas, insólitas y atractivas. Lo mismo puede aplicarse a las clases…

6. No aburrir al consumidor. Es el primer mandamiento de la publicidad. La tele está llena de atractivos; si en el descanso de un programa que nos interesa no salimos a estirar las piernas es porque los anuncios nos distraen, nos divierten, nos resultan preciosos o emotivos. De igual modo, la vida de un niño está llena de juegos y atractivos; si en las clases (pausas entre juego y juego) no se distraen pensando en lo que sigue, es porque la clase misma es divertida, atractiva, algo así como un juego… o como un anuncio.

7. Innovar. Hacer algo nuevo no es fácil, pero merece la pena intentarlo. Y, sobre todo, es lo que atrae la atención del consumidor ya habituado a todo tipo de mensajes. Sólo lo nuevo interesa. Quizás es el producto -o el mensaje- de siempre, pero en el anuncio aparece con sabor de novedad. Por eso será visto y escuchado.

8. La segmentación psicológica. La experiencia publicitaria ha demostrado que, más que una segmentación demográfica, la que funciona es la segmentación psíquica: acertar con la motivación, con la presentación de un estilo de vida sugestivo, con la presentación positiva de los valores que yo quiero transmitir.

9. El valor de lo nuevo. Es más fácil interesar al consumidor en un producto cuando éste es nuevo. Todos sabemos que la palabra "nuevo" ha sido utilizada hasla saciedad, que prácticamente todas las marcas afirman esa cualidad de sus productos; pero también es cierto que la estrategia sigue funcionando. Y esa, desde luego, es una estrategia que todo buen profesor debe aprender y practicar: convertir en novedosas y actuales las enseñanzas de siempre.

10. Lo simple es lo más creíble. Muchas veces se presentan en los anuncios situaciones inverosímiles que el consumidor jamás aceptará como reales (algo semejante ocurre con los contenidos de algunas materias, demasiado alejadas de la vida del alumno). Es mejor ubicar los productos y los relatos en contextos sencillos, llanos, comprensibles; para que el público entienda sin agobios. De este modo el mensaje se aloja en la memoria de un modo rápido y duradero.

Todo esto hay que llevarlo a cabo teniendo en cuenta que los objetivos de la publicidad no son los mismos que los objetivos didácticos. Sin embargo, cabe replantearse los contenidos de las asignaturas de forma que los temarios incluyan los temas que "venden", los que el alumno quiere, asemejándose esta estrategia a la del marketing, en la que se fabrica solo lo que se sabe que se va a vender.

 

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