1. Posicionamiento:
Lo más importante en publicidad es ubicar el producto en la mente
del consumidor. Para lograrlo, hay que plantearse : ¿quién es
y cómo es el consumidor? ¿Cuáles son sus características esenciales?
¿Qué desea del producto?
2. La promesa.
Una vez posicionado el producto, hay que pensar en la promesa
esencial de la campaña: es decir, el beneficio de compra para
el consumidor. Si un anuncio no promete nada, no mueve tam poco
a su adquisición (aspecto de gran importancia, si lo aplicamos
bien a la docencia).
3. La imagen
del producto. En la campaña (en las clases) hay que afirmar una
imagen fuerte del producto: una imagen atractiva y sólida, que
inspire confianza y dé respuesta a las incertidumbres del comprador.
4. La gran
idea. Anuncios de cosmética, de automóviles, de refrescos… hay
muchos en la televisión. Para sobresalir en esa selva de anuncios,
hay falta dar con una idea atractiva, brillante. Una gran idea
que, a veces, es muy sencilla. Peo que son el resultado de desechar
muchas otras formas de comunicar (de dar la clase) hasta que se
llega a la idea que mejor transmite el contenido del anuncio.
5. La estética.
Prestamos atención a los paisajes porque son bonitos, atractivos;
miramos los cuadros de un museo porque nos proporcionan imágenes
más bellas que las que solemos ver a diario en las calles. También
a los anuncios comerciales -mensajes poco interesantes para el
público- se les presta atención si a cambio proporcionan imágenes
estéticas, insólitas y atractivas. Lo mismo puede aplicarse a
las clases…
6. No aburrir
al consumidor. Es el primer mandamiento de la publicidad. La tele
está llena de atractivos; si en el descanso de un programa que
nos interesa no salimos a estirar las piernas es porque los anuncios
nos distraen, nos divierten, nos resultan preciosos o emotivos.
De igual modo, la vida de un niño está llena de juegos y atractivos;
si en las clases (pausas entre juego y juego) no se distraen pensando
en lo que sigue, es porque la clase misma es divertida, atractiva,
algo así como un juego… o como un anuncio.
7. Innovar.
Hacer algo nuevo no es fácil, pero merece la pena intentarlo.
Y, sobre todo, es lo que atrae la atención del consumidor ya habituado
a todo tipo de mensajes. Sólo lo nuevo interesa. Quizás es el
producto -o el mensaje- de siempre, pero en el anuncio aparece
con sabor de novedad. Por eso será visto y escuchado.
8. La segmentación
psicológica. La experiencia publicitaria ha demostrado que, más
que una segmentación demográfica, la que funciona es la segmentación
psíquica: acertar con la motivación, con la presentación de un
estilo de vida sugestivo, con la presentación positiva de los
valores que yo quiero transmitir.
9. El valor
de lo nuevo. Es más fácil interesar al consumidor en un producto
cuando éste es nuevo. Todos sabemos que la palabra "nuevo" ha
sido utilizada hasla
saciedad, que prácticamente todas las marcas afirman esa cualidad
de sus productos; pero también es cierto que la estrategia sigue
funcionando. Y esa, desde luego, es una estrategia que todo buen
profesor debe aprender y practicar: convertir en novedosas y actuales
las enseñanzas de siempre.
10. Lo simple
es lo más creíble. Muchas veces se presentan en los anuncios situaciones
inverosímiles que el consumidor jamás aceptará como reales (algo
semejante ocurre con los contenidos de algunas materias, demasiado
alejadas de la vida del alumno). Es mejor ubicar los productos
y los relatos en contextos sencillos, llanos, comprensibles; para
que el público entienda sin agobios. De este modo el mensaje se
aloja en la memoria de un modo rápido y duradero.
Todo esto
hay que llevarlo a cabo teniendo en cuenta que los objetivos de
la publicidad no son los mismos que los objetivos didácticos.
Sin embargo, cabe replantearse los contenidos de las asignaturas
de forma que los temarios incluyan los temas que "venden", los
que el alumno quiere, asemejándose esta estrategia a la del marketing,
en la que se fabrica solo lo que se sabe que se va a vender.