4. EXPERIENCIAS DIDÁCTICAS DE LA PUBLICIDAD

Alfonso Méndiz Noguero
Carmen Cristófol Rodríguez
Universidad de Málaga

4.1. De la animadversión a la colaboración

Prácticamente desde su nacimiento, la publicidad moderna ha experimentado una doble actitud por parte de intelectuales y pedagogos. Por una parte, los empresarios, los políticos y los comunicólogos han elogiado sus virtudes y su potencialidad como instrumento de comunicación. Por otra, padres, educadores y sociólogos han ejercido una feroz crítica, olvidando quizás la necesaria misión que los mensajes publicitarios cumplen a diario en nuestra sociedad (73).

Debemos reconocer que este discurso alarmista y -hasta cierto punto- apocalíptico no ha producido hasta la fecha sino resultados negativos: exactamente los opuestos a los que persigue. Insistir en expresiones como "discurso persuasivo", "información tendenciosa", "textos manipuladores", etc., se han lanzado a la ligera sobre este nuevo tipo de comunicación con el buen propósito de alertar sobre sus posibles efectos, pero han llegado -por virtud de su exceso- a cuestionar su misma existencia. Olvidando que muchas de esas expresiones eran ya utilizadas por los griegos con un noble sentido -y encuadradas dentro de una noble ciencia: la Retórica-, estos pedagogos, adalides de una sociedad ingenua, se han esforzado concienzudamente por rodear de misterio y de oscuridad una actividad y unas prácticas que vienen haciendo acto de presencia -por lo necesarias- desde que el mundo es mundo (74).

Lo cierto es que, al margen de aproximaciones más o menos radicales, la publicidad ha ejercido una notable influencia en las mentes infantiles. Y, lo peor de todo, es que los niños parecen disfrutar con ella: les encantan sus mensajes breves, claros, efectivos. Les encanta la música pegadiza, el jingle, la experimentación formal y expresiva que a menudo ofrecen a nuestra sociedad audiovisual. Después de luchar denodadamente contra ella, ha llegado el momento de replantear nuestra estrategia y hacer válido el dicho popular: "Si no puedes con el enemigo, únete a él". Que no es decir: "me rindo, que la publicidad y le televisión hagan con ellos lo que quieran"; no es una claudicación, sino lo contrario: vamos a tratar de utilizar ese mismo poder de seducción para que las aulas sean más atractivas y eficaces. Vamos a integrar la publicidad en el programa docente y así ganar la fuerza del enemigo para tumbarle: la famosa estrategia del judoka.

Por tanto, en nuestra consideración de la publicidad debemos decidirnos por abandonar una actitud reticente o abiertamente cerrada a ella y propugnar el paso de la animadversión a la colaboración. Esto supone, ni más ni menos, la integración del anuncio en las aulas, para lo que se han propuesto numerosos proyectos, diseños curriculares y experiencias.


73. Es ya clásica la distinción entre "apocalípticos" e "integrados" que Umberto Eco plantea al hablar de las actitudes frente a la sociedad de masas; y, en concreto, frente a la publicidad. Según él, los primeros son aquellos que la ven como algo monstruoso para la condición humana: manipuladora, explotadora de nuestras tendencias y mancilladora de todo cuanto toca (estos suelen ser los sociólogos); los segundos, por el contrario, la ven como un magnífico instrumento comercial que multiplica las ventas y favorece el desarrollo económico (estos suelen ser los economistas). Cfr. U. ECO, Apocalípticos e integrados, Lumen, Barcelona, 9ª ed., 1988.
74. A esta imagen tenebrosa de la publicidad contribuyó en gran medida, seguramente sin ser muy consciente de ello, el sociólogo Vance Packard al publicar en 1959 su libro The Hidden Persuaders. Ha sido traducido al castellano: V. PACKARD, Las formas ocultas de la propaganda, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 19ª ed., 1992. Más recientemente, se sumaron a esa tendencia los libros: W. MEYERS, Los creadores de imagen, Ed. Planeta, Barcelona, 2ª ed., 1987; y E. CLARK, La publicidad y su poder. Las técnicas de provocación al consumo, Planeta, Barcelona, 1988.
retroceder avanzar