Por
ejemplo, para el estudio de una de las que llamaremos "nuevas formas
en el medio televisión", este enfoque fue apuntado ya por uno de
los primeros estudios sobre el tema (Troup, 1991, p. 18). Podríamos
analizar precisamente cómo el espectador extrae el significado a
partir de la visión -o audición- de los productos y las marcas emplazadas
(lo que en semiología se conoce como pragmática). O también, desde
el punto de vista semántico, resultaría interesante el estudio de
cómo adquieren significado los productos y simbolismo las acciones
de consumo en el contexto de las acciones audiovisuales.
En
definitiva, cómo se produce esa transmisión mutua de significados:
al igual que las personas forman, frecuentemente, sus opiniones
sobre los otros dependiendo de los productos que usan, el consumidor
también se forma una opinión sobre un producto basada en la personalidad
del que lo está usando y en el contexto en el que aparece. En este
sentido se desarrolla la investigación de McCracken acerca del endorsement
de celebridades. Este autor realiza un análisis desde el punto de
vista de los significados culturales que transmite el endorser a
través de su status, sexo, clase, edad, personalidad, estilo de
vida y anteriores papeles. El modelo muestra cómo los significados
pasan de la fuente al producto y del producto al consumidor (McCraken,
1989, pp. 315-318).
De
la misma forma, la mayoría de las acciones que agruparemos bajo
el nombre de relaciones públicas van encaminadas precisamente a
eso, a coger prestado uno o varios sentidos de los eventos, las
personas o el contexto, y transmitir ese significado al producto
o a la marca, por medio de asociación; al igual que todo tipo de
actuaciones "representacionales" han hecho desde siempre con los
productos, los comportamientos de compra y -más recientemente- con
las marcas que caracterizan a sus representaciones.
Por
tanto, a partir de la noción de significados asociados y transferidos,
es válida la descripción de un proceso en el que participan y se
benefician tanto el comunicador de marketing, como cualquier otro
tipo de narrador o comunicador, como -en tercer lugar, y no por
menos importante- el espectador/consumidor. Desde este punto de
vista, lo llamamos estrategia de las marcas podría resumirse en
el esfuerzo por mostrar a la marca en el escenario público que mejor
se corresponda con su imagen, de manera que ésta se beneficie de
la significación que le aporta ese escenario prestado. Es cierto
que ese escenario, quizá por contagio de la publicidad convencional,
tiende a presentar, propuestas eufóricas y felices, frente a aquellas
de los mensajes negativos o centrados en cualquier clase de temor;
un mundo amable, espejo de aspiraciones más que reflejo de la realidad,
donde el receptor contemporáneo no ha tenido dificultad para reconocer
su retrato aunque tantas veces se trataba más de su autoconcepto
ideal (León y Olabarría, 1991, pp. 125-129). Ya, desde muy pronto,
Hopkins (1980, p. 111) lo había advertido: "en los anuncios hay
que mostrar el lado bueno de las cosas, el aspecto agradable y atractivo,
y no el malo y poco apetecible". Si, como reza el eslogan de la
marca Swatch, "la perfección es un juego de la mente" entonces
también la publicidad -y por ende todo tipo de comunicación comercial-
forma parte de esos denominados juegos de la mente, de la imaginación.
Sin
embargo, se ha descrito últimamente una tendencia a la negación
del carácter "hermoseante" de la publicidad (Caro, 1994, pp. 204-224;
y también Toscani en Hernández, 1995, pp. 97-109). Otro género publicitario
no rechazable por aquellos que hasta ahora no se han visto identificados
en la publicidad a la que eran expuestos. Para Caro, Benetton
inaugura una nueva publicidad capaz de vender sin seguir esa corriente
de idealismo a la que nos había acostumbrado. "Un enfoque más modesto,
menos espectacular, más pegado a tierra (...) una expresión más
prosaica y a corto plazo de dicho sueño"; la recuperación de la
vieja llamada de Reeves a favor de la realidad pero ahora no es
la del producto sino la de la marca. Otros mensajes en esta línea,
cuyas campañas también se han iniciado a mitad de la década de los
80, han sido los comunicados por las marcas Nike y Levis.
Recientemente, la agresiva comunicación de Nike ("lo importante
es ganar") ha sido vista como contraria al espíritu olímpico; y
el punto de rebeldía característico de las campañas de Levis tampoco
encaja perfectamente en el mundo idealista propugnado por la "antigua"
publicidad.
Y
esta tendencia podría también tener su correlato en algunas de las
formas de comunicación comercial no convencional. Algunas marcas
también se atreven a poblar mundos no "publicitarios"; es decir,
no ideales, sino sometidos a las imperfecciones omnipresentes en
el mundo real.
3.3.4.2.
Segunda propuesta: la dimensión sociológica
En
segundo lugar, nos planteábamos trazar el marco social y cultural
en el que se mueven estas transferencias de significados. Éstas
no se producen en el vacío, sino que tienen lugar dentro de un conjunto
de tendencias de carácter más general, tanto en el mundo del consumo
como en la sociedad en su globalidad. Por supuesto, este entramado
contextual afecta de forma inmediata a las prácticas de consumo
de los individuos y a sus actitudes ante los productos, las marcas
y sus comunicaciones.
Mientras
que para la mayoría de los autores críticos con el fenómeno publicitario
en su globalidad, la comunicación comercial produciría claros efectos
sobre el espectador/consumidor; para otros autores, resulta desproporcionado
todo este movimiento de oposición, ya que no se le atribuye a la
práctica un poder persuasivo, y mucho menos, efectos subliminales
(Esa es la postura que adoptan, para el caso del product placement,
los autores de un interesante estudio para el Journal of Promotion
Management: Soo Ong y Meri, 1994, pp. 159-175). En cualquier
caso, en términos más generales, parecen superados los tiempos de
una sobrevaloración ingenua de los efectos más inmediatos de los
medios de comunicación, del poder del comunicador.
|