Que
la publicidad influye en las ventas es algo evidente. Pero esto
igualmente se podría afirmar del resto de las modalidades de comunicación
(relaciones públicas, promociones, etc.) y de los otros elementos
del marketing mix, y de muchas otras variables ajenas a la empresa:
la moda, los gustos del consumidor, las acciones de la competencia,
etc.
En
relación con el debate acerca de si la Publicidad es información
o persuasión, cada vez más nos inclinamos por la postura intermedia
que nos habla de mensajes publicitarios que siempre contienen elementos
de persuasión junto con elementos informativos. El anuncio más informativo
siempre tiene intención de persuadir; y el más persuasivo siempre
tiene algo de información, aunque sólo sea que existe ese producto
con esa marca. Por tanto, más bien estamos hablando de una finalidad
única: informar persuadiendo, o persuadir informando.
Sirva
toda esta exposición para poner en contexto acerca de la complejidad
de las delimitaciones conceptuales en este campo. Las tendencias
que vamos a describir a partir de ahora en las estructuras publicitarias
de nuestros días no hacen sino profundizar en esta confusión.
En
relación con la cuestión conceptual vale la pena detenerse en el
pensamiento de Ludwig Wittgenstein, destacado autor analítico de
gran influencia en la filosofía anglosajona, aunque menos conocido
en Europa (Monk, 1994).
Para
ello nos remitiremos directamente a lo que se ha llamado su "segunda"
filosofía o evolución de su modo de pensar acerca del lenguaje (69).
Su filosofía anterior, la del Tractatus, contenía una visión
del lenguaje rígida: según él mismo, la mayor parte de los usos
del lenguaje no encajaban en la estrecha teoría de un lenguaje único.
De acuerdo con este pensamiento, el lenguaje es más que nada una
actividad: no describe en modo alguno hechos y sus expresiones no
tienen un significado único sino que podemos concebir para cada
una de ellas significados y contextos muy diferentes. Los conceptos
son demasiado fluidos para el tipo de análisis por el que abogaban
Russell y él mismo en su "primera" filosofía.
Llegado
a este punto, Wittgenstein da con el símil de "instrumentos" para
describir esta visión del lenguaje y con el de "juegos" para describir
su pluralidad: con la palabra juego designamos una infinidad de
actividades diferentes, cada una de las cuales tiene sus propias
reglas, y conocer las reglas equivale a saber jugar. De esta forma,
desarrollando esta analogía, designó las situaciones comunicativas
como "juegos de lenguaje"; el estudio del lenguaje debe orientarse
a conocer sus reglas, para establecer el uso correcto de las palabras
y los abusos que se cometen cuando no se respetan las reglas. Como
ocurriría, por ejemplo, si, en un partido de balonmano, se sancionara
al jugador que coge el balón con las manos... (Monk, 1994, p. 4).
Para
este segundo Wittgenstein, una las fuentes de perplejidad filosófica
ha estado desde siempre en la búsqueda del rasgo común de todas
las cosas nombradas por el mismo nombre. Por el contrario, en los
"juegos del lenguaje" no es tan importante la búsqueda de una esencia
común como la de una cierta semejanza a la que denomina "parecido"
o "aire de familia". De este modo, por ejemplo en los diálogos platónicos,
Sócrates busca una respuesta filosófica a preguntas como: '¿Qué
es el conocimiento?' buscando aquello que todos los ejemplos de
conocimiento tienen en común (70). Wittgenstein
busca reemplazar la noción de esencia por la de parecido de familia:
"Nos inclinamos a creer que debe de existir algo en común a todos
los juegos, pongamos por caso, y que esta propiedad común es la
justificación para aplicar el término 'juego' a los diversos juegos;
puesto que los juegos forman una familia cuyos miembros guardan
cierto parecido. Algunos de ellos tienen la misma nariz, otros las
mismas cejas, y otros la misma manera de andar; todas estas semejanzas
se superponen" (Monk, 1994, p. 314).
Así,
resulta factible y rentable el intento de buscar alguna apariencia
física que sea común a todos los casos de la acción de comunicar
publicidad, no sólo porque pensemos que la expresión designa un
proceso, sino porque esperemos encontrar un rasgo común a todos
los casos; Wittgenstein nos sugerirá entonces que sólo puede haber
un parecido de familia entre todos los casos de hacer publicidad.
En cualquier caso, siempre podremos afirmar que publicidad, las
promociones y las relaciones públicas son familias distintas y que
determinada actuación, por ejemplo el product placement,
tiene un cierto parentesco con esta última a través, sobre todo,
de su rama de publicity.
Y
es que, por nuestra parte, no podemos dejar de trabajar en la línea
de los acotamientos y las sistematizaciones, sea a través de la
búsqueda de rasgos comunes y esencias, sea acudiendo a conceptos
como los de "familia" o "juego". Por mucho tiempo se ha demostrado
el valor clarificador y pedagógico de esta tarea. Pero veamos en
que contexto debemos trabajar en nuestros días.
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