1.1.2. Evolución de las políticas sociales de acogidas

La acogida selectiva de población extranjera ha sido un fenómeno controvertido a lo largo de la historia que ha despertado sentimientos contrapuestos que basculan desde el rechazo racista y xenófobo a la generosa ayuda altruista solidaria.

Para Capel (2001) la cuestión de si se puede o se debe seleccionar a los inmigrantes, admite una respuesta ética y otra práctica. La primera es, desde luego, negativa. Pero en la realidad la inmigración en la mayor parte de los casos ha sido seleccionada por razones de raza, religión, grupo étnico, educación, habilidades o nivel económico.

Este autor piensa que ningún territorio o grupo social de la Tierra ha sido impermeable a las migraciones, aunque en algunos casos se hayan podido cerrar temporalmente las fronteras a los extraños. Lo normal ha sido la incorporación de gentes llegadas de otros lugares, en mayor o menor proporción. En general, los imperios coloniales han favorecido el poblamiento de sus colonias por los nacidos en la metrópoli. Como hicieron los griegos, que exportaban una parte de sus excedentes demográficos hacia las colonias del Mar Negro o del Mediterráneo. Y lo mismo otros muchos imperios, como el romano, el español, el inglés o el francés.

Piensa Capel que en algunos casos esas colonias necesitaban mano de obra para la explotación de sus recursos, la cual se obtuvo a través de la esclavitud y los desplazamientos forzados de población. Eso fue lo que sucedió, por citar el ámbito de la cultura occidental, en los países de todo el continente americano hasta el siglo XIX, con migraciones forzadas de población negra africana llevada allí por los intereses de grupos sociales europeos y de las elites criollas. Y todavía tras la abolición de la esclavitud la importación de mano de obra pudo hacerse en situaciones de semiesclavitud, como ocurrió con los yucatenos llevados a Cuba, con los culis chinos llevados a Perú o Cuba en el XIX, o con los japoneses conducidos Brasil a principios del siglo XX.

Compartimos con este autor la idea de que en la edad contemporánea un cierto número de países independientes han considerado que estaban poco poblados y han decidido favorecer la inmigración. Así lo hicieron los países de América que, tras la emancipación, optaron por una política poblacionista. "Gobernar es poblar" afirmó Juan Bautista Alberdi en 1853, y ese principio pasó incluso a la constitución de Argentina y a las leyes de otros países, de una forma u otra. En muchas naciones americanas se promulgaron en las décadas de 1880, 1890 y 1900 leyes de inmigración para atraer a inmigrantes europeos, en algunos de ellos sin grandes resultados, lo que fue considerado siempre como un fracaso y un obstáculo para el desarrollo.

En este análisis se señala que el estímulo a la inmigración supuso con frecuencia, políticas selectivas y reguladoras. Eso sucedió incluso en los años de máxima migración mundial hacia Estados Unidos tras la guerra de Secesión, y hacia los países iberoamericanos desde1880. Los gobiernos de los países receptores que estimulaban la llegada de inmigrantes ejercían generalmente un estricto control sobre ellos exigiendo certificados, estableciendo lazaretos para controlar la salud, prefiriendo en algunos casos inmigrantes de determinados países (por ejemplo, anglosajones, escandinavos o germanos) cuyos habitantes eran considerados de razas superiores o más aptas para el trabajo.

Expone Capel que la opción inmigratoria fue claramente racista, tanto en Estados Unidos como en Ibero América. Los países independientes del cono sur tenían al lado una amplia reserva de mano de obra indígena en los Andes. Sin embargo, no acudieron a ella, sino que intentaron por todos los medios atraer mano de obra de países europeos, en una política consciente de blanqueamiento; y dentro de ellos algunos hicieron esfuerzos para atraer a pobladores de ciertos países europeos, por ejemplo alemanes en Brasil o Chile. Desde la tercera o cuarta década del siglo XIX determinados gobiernos se comprometieron en una política activa de atracción de inmigrantes, negociando con los empresarios ayudas para su atención y orientación.

El nativo indígena fue visto como una rémora para el desarrollo. Así lo manifestaron explícitamente muchos gobernantes e intelectuales, desde Estados Unidos y México hasta Argentina. Lo mismo ocurrió en Australia, donde la población indígena fue masacrada y no se admitieron inmigrantes de áreas cercanas, por ejemplo chinos, sino preferiblemente blancos europeos traídos desde 20.000 Km. de distancia.

 
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