1.
LOS ALUMNOS CON NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECÍFICAS
Los
dos retos educativos más importantes que caracterizan la
educación de nuestro siglo se centran en torno a estas dos
premisas: a) la educación como un sistema adaptado a las
características del alumnado y que responda a sus necesidades
evolutivas y personales y, b) la educación como un sistema
de atención a la diversidad, en el que el éxito escolar
y del aprendizaje deben maximizarse partiendo de la situación
inicial.
La primera idea ha sido defendida desde que J. Dewey a principios
de siglo pronunció su famoso discurso como presidente de
la APA (AMERICAN PSYCOLOGICAL ASSOCIATIONT) sobre "Psicología
y práctica social". La segunda, parte de los principios
del derecho a la igualdad de oportunidades y demanda un sistema
educativo flexible para apoyar distintas alternativas de aprendizaje,
permitir distintos contenidos y distintos tipos de enseñanza
para distintas necesidades de los alumnos.
La aplicación que para el desarrollo y la práctica
educativa han tenido estos principios ha sido la denominada "atención
a la diversidad". Esta idea implica un reconocimiento de las
diferencias que requieren tratamiento educativo personalizado. No
obstante, la más leve de las revisiones sobre legislación
y práctica educativa en el mundo nos demuestra que ha habido
unos tipos de excepcionalidad hacia los que se ha polarizado el
apoyo y otros hacia los que, más por prejuicios sociales
que por otras razones, apenas se les ha prestado atención
educativa especializada.
Las investigaciones realizadas acerca de la superdotación
han demostrado que cuando las condiciones educativas son inadecuadas
y, debido a sus necesidades educativas especiales, los sujetos de
alta capacidad tienden a adaptarse mal, a rendir por debajo de su
capacidad e incluso abandonar los estudios. En cambio, cuando reciben
la educación adecuada, tienen altos rendimientos como consecuencia
de su capacidad de asimilación, experimentación, curiosidad,
organización etc. Por eso es necesario conocer sus necesidades
para brindarles el apoyo que necesitan y conseguir que crezcan sanos
física, intelectual y emocionalmente.
Afortunadamente la tendencia más aceptada dentro de la educación
actual ha sido considerar que cada alumno tiene sus necesidades
y características específicas, y que la individualización
de la enseñanza debe ser el primer principio que guíe
toda práctica educativa. La promulgación de L.O.C.E.
(Ley Orgánica de Calidad de la Educación 23-12-2002),
reconoce en el Artículo 43 de la Sección 3a del Capítulo
VII las necesidades educativas específicas de los alumnos
superdotados intelectualmente.
Pero, a pesar de ello ha habido creencias falsas que han obstaculizado
el desarrollo de programas educativos para estos alumnos como: a)
Pensar que saldrán adelante y sabrán solucionar sus
problemas solos y, por tanto, no necesitan ayuda especial. b) Creer
que tienen capacidad para autoeducarse c) considerarlos raros o
infelices c) Pensar que los profesores prefieren este tipo de alumnos
y les dan atención especial, etc.
A estas ideas falsas se han unido, en ocasiones, no pocas dificultades
metodológicas derivadas de la detección, el diagnóstico
y/o el desconocimiento de cuáles son sus características
psicológicas. También debemos reconocer el hecho de
que muchos profesores han recibido una formación dirigida
fundamentalmente a la enseñanza del grupo mayoritario o sujetos
con handicaps o déficits, y cuando aparece en el aula un
niño de alta capacidad no tienen medios para afrontar sus
necesidades.
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