Este informe trata de realizar una valoración global, a vista
de pájaro, del problema general de la influencia de la televisión
en el niño. Esta visión de conjunto es necesaria, pues el problema
es tan amplio que cada una de sus partes podría dar pie por sí sola
a un informe completo.
El carácter de nuestra panorámica general ha tratado de evitar
dos extremos: la asepsia descriptiva y recapitulativa y la especulación
ensayística o filosófica. Hemos realizado una evaluación lo más
objetiva posible y recurriendo a las fuentes de investigación empírica.
Pero, sobre esa lectura empírica, no hemos querido limitarnos a
acumular hechos o datos. Nuestra preocupación se ha centrado en
lograr una valoración global del sentido y el significado de lo
aprendido en esas tres décadas de investigaciones. Creemos sinceramente
que lo aprendido es mucho. Que una buena parte de las discusiones
en que se han venido manteniendo posiciones irreductibles pueden
ahora ser superadas. Que tras estos treinta años emergen caminos
posibles para el consenso y el trabajo constructivo.
Concebimos este informe como un informe abierto y permanente,
en desarrollo continuo. Aunque desde luego se ha hecho en un plazo
limitado, que nos hubiera gustado más extenso, el cambio continuo
en los contextos culturales y mediáticos de desarrollo infantil
obliga a esa actualización constante. Por eso creemos que es un
punto de partida que debería mantenerse en continuo desarrollo.
La investigación sobre la influencia de la televisión en el desarrollo
infantil y juvenil abarca un enorme campo y, lógicamente, no se
han cubierto todas las parcelas con la misma preocupación e intensidad,
ni se han logrado avances con el mismo ritmo. Se apreciarán pues
desequilibrios. Pero además, los redactores del informe han debido
optar, como siempre ocurre, por enfatizar lo que han considerado
más relevante. En general estos énfasis se han hecho atendiendo
a dos razones. En primer lugar, hemos privilegiado los aspectos
de desarrollo integral en lugar de, como es tradicional,
centrarnos en los tópicos temáticos aislados y específicos (como
salud, alimentación, miedo, género, sexo, violencia, multiculturalismo…);
de ahí que adoptemos un análisis de las grandes dimensiones del
desarrollo del niño (y desde ahí abordamos estos tópicos en su caso)
con la vista en comprender y ayudar al desarrollo de las nuevas
generaciones. En segundo lugar, hemos procurado privilegiar aquellos
enfoques en que apreciamos, gracias a nuestro trabajo o al de otros
equipos, una línea en marcha para esclarecer esos procesos de desarrollo
infantil. (Por ejemplo nuestro equipo tiene proyectos en marcha
sobre el desarrollo de la moral y la evitación de la violencia,
sobre el desarrollo de la atención y la percepción en el medio cultural
cambiante, sobre la emergencia y desarrollo cultural de las estructuras
de representación y los modos de pensamiento asociados, sobre identidad,
sobre lecto-escritura y alfabetización integral, o sobre los contextos
de actividad y las actividades significativas). La idea es que esas
líneas en marcha deberían ir articulando líneas de investigación
productiva para ofrecer explicaciones y alternativas en las políticas
educativas y culturales respecto de la televisión.
El seguimiento de esas líneas propias se apreciará en que en este
informe incluimos algunos datos de investigaciones propias –la mayoría
no publicadas– pero la inmensa mayoría, en aras de la objetividad,
proceden de las fuentes internacionales. Sin embargo pensamos que
la presencia de los datos propios tiene un doble valor: aportan
información sobre España, y además los temas abordados por nosotros
nos permiten articular mejor esa visión global, ya que en general
apuntan a las tendencias más actuales para integrar el problema
de la televisión en una perspectiva “cultural del desarrollo” infantil.
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