La señal proveniente del satélite debe recorrer una gran distancia (unos 36.000 km), por lo que llegará muy atenuada. Para lograr una perfecta recepción de la señal es necesario disponer de una antena con una ganancia muy elevada que compense las pérdidas producidas en el trayecto. Esta ganancia se consigue aprovechando las propiedades matemáticas de la parábola, que concentra los rayos que inciden sobre ella en un punto llamado foco y que tiene también la propiedad de que todos los rayos que inciden en ella recorren la misma distancia hasta llegar al foco. Por lo tanto, el reflector de una antena tiene como misión recoger el mayor número posible de rayos provenientes del satélite y enviarlos en fase hasta el foco, donde se colocará el convertidor de antena o LNB.
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