La respuesta del ojo ante la finalización de un estímulo luminoso no es inmediata, sino que durante un periodo de tiempo el ojo sigue enviando al cerebro la información del estímulo luminoso. Es decir, para nosotros es como si la luz, una vez apagada, estuviera aun encendida durante un corto periodo de tiempo estimado en unos 50 milisegundos. Este principio es importante para los sistemas de televisión, ya que si emitimos de una forma muy rápida la información de los colores primarios (RGB), el ojo humano no distinguirá que son tres puntos independientes, sino que verá un único punto del color resultante de la mezcla de los tres colores. En el cine también hay una aplicación inmediata: si mostramos más de 20 imágenes cada segundo (el cine muestra 24), el ojo no es capaz de distinguirlas independientemente, sino que ve una imagen continua en movimiento.
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