Consiste en dividir el mercado en que opera una empresa en grupos de clientes homogéneos, atendiendo a variables demográficas como edad del consumidor, sexo, composición familiar, etc. A cada grupo se le ofertará un producto diferenciado, que responda mejor a sus necesidades particulares. Se utiliza frecuentemente el sexo como criterio de segmentación para productos tales como textiles, cosméticos, perfumes, relojes de pulsera, etc. El empleo de la edad como criterio de segmentación se basa en que las necesidades de las personas cambian con la edad, como se hace evidente en determinados productos o servicios (ropa, turismo, música, etc.).
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