Se fundamenta en el modo en que el consumidor percibe la cuantía del precio y en la asociación que hace del mismo con las características o atributos del producto. Un precio alto se asocia, por lo general, a un producto o servicio de calidad. Las empresas que quieran prestigiar sus productos deberán fijar precios altos, ahora bien, una empresa con una imagen popular, o que persiga fines sociales, no puede imponer precios altos a sus productos o servicios. Un precio bajo, por el contrario, tiende asociarse con baja calidad. Un precio redondeado por arriba, da la impresión de que se trata de un producto o servicio de categoría superior o de prestigio. Por el contrario, un precio impar se asocia a un precio menor. Este tipo de precios puede ser apropiado para productos o servicios de categoría inferior o en acciones promocionales; ofertas, rebajas, etc.
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