La inexistencia de bienestar animal o la pérdida del mismo en una explotación ganadera implica la existencia de estrés en los animales que la integran. La aparición de estrés en una explotación genera una respuesta intensa en los animales que puede ser más o menos duradera, dependiendo del gradiente de pérdida de bienestar. La respuesta al estrés siempre adquiere connotaciones negativas para la producción. Afecta al crecimiento de los animales, a los procesos reproductivos, e incluso, a los mecanismos de defensa de éstos ante agentes infecciosos (debilidad del sistema inmunitario). La respuesta al estrés se desencadena cuando se percibe una amenaza y se materializa en la liberación de hormonas que regulan determinadas funciones dentro del organismo.
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