La corriente de cortocircuito provoca un aumento brusco de la temperatura de los conductores, alcanzándose la temperatura máxima admisible en menos de un segundo. Esto es particularmente grave en los cables de líneas subterráneas, que no poseen una tolerancia calorífica considerable. También producen calentamientos en los empalmes y conexiones debidos a las resistencias de contacto. Se producen dilataciones rápidas que pueden aflojar las conexiones y producir averías. Asimismo, la combinación de corriente elevada y alta temperatura facilita el cebado de arcos eléctricos, que pueden contornear las cadenas de aisladores o destruir los cables subterráneos en longitudes de varios decímetros.
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