En el terreno de la fotografía, especialmente aplicada a la astronomía, el detector de la luz recibida (equivalente a la retina del ojo humano) es la propia placa fotográfica, que permite, además de registrar la imagen de manera permanente, acumular fotones durante el tiempo que dura la exposición. De este modo se puede obtener una imagen más detallada y registrar fuentes de luz más débiles. No se debe olvidar, sin embargo, que existe un tiempo de exposición óptimo a partir del cual se empieza a producir una saturación de la emulsión fotográfica, que acaba por velarse por completo si la exposición es excesiva.
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